11/11/2018, 23:30
Aunque tuvo que recorrer varias veces el puerto a lo largo y ancho, Eri pudo darse cuenta de aquél barco metalizado y medio oxidado. La Nova de Shiona esperaba, con el título prácticamente borrado por la erosión de ultramar. Una metáfora terrible de lo que estaba sucediendo en Uzushiogakure, cabe decir, como ella misma recordó al verlo.
Mientras inspeccionaba, suspicaz, el barco, un viejo gruñón con una pata de palo desembarcó por la pasarela y le dedicó un saludo que prácticamente fue un murmullo casi inaudible.
—¿Vas pa' Coladragón con nosotros o qué? —dijo. Escupió a un lado—. Va, niña, sube ya que ya vamos bien tarde hostia.
El hombre volvió a subir por la pasarela. Toc, toc, toc.
Mientras inspeccionaba, suspicaz, el barco, un viejo gruñón con una pata de palo desembarcó por la pasarela y le dedicó un saludo que prácticamente fue un murmullo casi inaudible.
—¿Vas pa' Coladragón con nosotros o qué? —dijo. Escupió a un lado—. Va, niña, sube ya que ya vamos bien tarde hostia.
El hombre volvió a subir por la pasarela. Toc, toc, toc.