12/11/2018, 12:03
Por la reacción del camarero, Ryuko determinó que desde luego había metido la patada, pero a este no pareció importarle demasiado. «El dinero es dinero, supongo.»
—Yo quiero unas gachas de avena, para sacarme el frio de encima — añadió su acompañante poco después.
—Eh... Si, no tardara —Miro de reojo a Kazuma, sintiendo familiar aquella forma de pedir las cosas.
Y acto seguido, este se retiro, fundiéndose en las sombras de la penumbra, dirección a la cocina. Blasfemando y maldiciendo por ambos platos que tenia que preparar desde cero, mientras seguramente se preguntaba una y otra vez, en que momento le pareció buena idea atender a dos extranjeros; y mas aún de temprana edad cuando seguro no tenían edad todavía para empinar el codo.
—Te vez un poco fuera de lugar —bromeo Kazuma, mientras se sentaba a la barra y giraba una silla para su acompañante, invitándole a acomodarse bajo la macilenta luz—. Vamos siéntate y descansa un poco, llamaras la atención si te mantienes tan alerta.
— Uuuh... Tal vez tengas razón — aceptó la invitación, y se sentó a su lado, todavía algo nerviosa.
Poco despues, Ryuko comenzó a mirar sus alrededores, intentando disimular observando las paredes, el techo y alguna lampara de vez en cuando, hasta que no pudo aguantarlo mas y se dirigió nuevamente hacia Kazuma.
— Geeeez... ¿Como puedes aguantar este lugar? Todos nos miran como bichos raros, pero a ti se te ve muy suelto y comodo. — susurró colocando una mano en su propia mejilla, con la esperanza de que nadie la viera cuchichear y arqueó una ceja en señal de duda, esperando una respuesta tranquilizadora.
—Yo quiero unas gachas de avena, para sacarme el frio de encima — añadió su acompañante poco después.
—Eh... Si, no tardara —Miro de reojo a Kazuma, sintiendo familiar aquella forma de pedir las cosas.
Y acto seguido, este se retiro, fundiéndose en las sombras de la penumbra, dirección a la cocina. Blasfemando y maldiciendo por ambos platos que tenia que preparar desde cero, mientras seguramente se preguntaba una y otra vez, en que momento le pareció buena idea atender a dos extranjeros; y mas aún de temprana edad cuando seguro no tenían edad todavía para empinar el codo.
—Te vez un poco fuera de lugar —bromeo Kazuma, mientras se sentaba a la barra y giraba una silla para su acompañante, invitándole a acomodarse bajo la macilenta luz—. Vamos siéntate y descansa un poco, llamaras la atención si te mantienes tan alerta.
— Uuuh... Tal vez tengas razón — aceptó la invitación, y se sentó a su lado, todavía algo nerviosa.
Poco despues, Ryuko comenzó a mirar sus alrededores, intentando disimular observando las paredes, el techo y alguna lampara de vez en cuando, hasta que no pudo aguantarlo mas y se dirigió nuevamente hacia Kazuma.
— Geeeez... ¿Como puedes aguantar este lugar? Todos nos miran como bichos raros, pero a ti se te ve muy suelto y comodo. — susurró colocando una mano en su propia mejilla, con la esperanza de que nadie la viera cuchichear y arqueó una ceja en señal de duda, esperando una respuesta tranquilizadora.