15/11/2018, 23:58
Pam, pam. ¡Pam, pam! ¡¡Pam, pam!! Su corazón, latiendo con fuerza. Su mente, haciéndose mil preguntas. ¿Por qué se detenía ahora? ¿Qué hacía? ¿Acaso le había oído? ¿Visto? ¿Detectado? Tuvo que recordarse a sí mismo que tan solo era un clon, y que no tenía nada que temer. El mínimo golpecillo le convertiría en una nube de humo y sería historia. Sin dolor. Sin traumas.
Amparado en su invisibilidad, el Uchiha observó cómo se acercaba al tronco del árbol, sabe los Dioses para qué. Tras un momento, el bijū —¿o era la bijū?— torció a la derecha y vio su sombra saltando de rama en rama.
Fue entonces cuando desactivó el Meisaigakure no Jutsu.«Cuenta hasta cinco y la sigues…» Aquel seguimiento iba a suponerle un verdadero reto. El Uchiha siempre se había considerado alguien diestro, que sabía cómo pisar y cómo moverse para no hacer ruido, pero sentía que si la perdía de vista por demasiado tiempo, iba a perder su rastro.
En la superficie, encontrar las huellas de alguien era más fácil. Una ramita partida; restos de comida que ibas tirando al suelo; pisadas… Ahora, encontrar pistas allí arriba era mucho más complicado. Como mucho, el Uchiha podía aspirar a encontrarse con un jirón enganchado. O, si los astros se alineaban, con un pelo blanco suelto.
«No puedo acercarme demasiado, o terminará pillándome. Pero tampoco puedo alejarme demasiado, o sin duda perderé su rastro» Esbozó una sonrisa. Era justo en aquellos difíciles momentos, donde Datsue el Intrépido se crecía.
Datsue y Juro ya habían dejado el pequeño claro del bosque —que era como un oasis en un desierto—para internarse de nuevo entre la maleza. Sabía, por sus clases de orientación, que la gente rara vez lograba mantener la línea recta. Que acostumbraba a desviarse hacia la izquierda. Por tanto, trató de revertirlo hacia la derecha —pues era la dirección que más le convenía para llegar hasta el Valle del Fin—.
—Oye, sabes que todo lo que dije de ayudar a Kokuō era mentira, ¿no? —preguntó, por si acaso, una vez Juro terminó de hablar—. Solo quería ganarme su confianza e intentar conseguir un método de rastreo mucho más efectivo. Qué imbécil. Con lo mucho que conozco a Shukaku, tuve que verlo venir.
Y, hablando de Shukaku…
—Menudos cabrones sois, ¿no? —le espetó—. Haciéndoos los indignados en el Chūnin y resulta que desde el principio vosotros teníais a un bijū en secreto.
Con mucho cuidado, eligiendo muy bien a qué rama saltar y de tener alguna cobertura al aterrizar, el Uchiha seguía a Kokuō desde la distancia. Lo hacía a una altura distinta, para dificultar que, si en algún momento su objetivo echaba la vista atrás, le viese. Sin embargo, sus ojos buscaban también otra cosa.
Una diminuta luz de chakra. Un característico piar. Un pájaro.
Y, cuando lo hiciese, su seguimiento iba a serle mucho más sencillo…
Amparado en su invisibilidad, el Uchiha observó cómo se acercaba al tronco del árbol, sabe los Dioses para qué. Tras un momento, el bijū —¿o era la bijū?— torció a la derecha y vio su sombra saltando de rama en rama.
Fue entonces cuando desactivó el Meisaigakure no Jutsu.«Cuenta hasta cinco y la sigues…» Aquel seguimiento iba a suponerle un verdadero reto. El Uchiha siempre se había considerado alguien diestro, que sabía cómo pisar y cómo moverse para no hacer ruido, pero sentía que si la perdía de vista por demasiado tiempo, iba a perder su rastro.
En la superficie, encontrar las huellas de alguien era más fácil. Una ramita partida; restos de comida que ibas tirando al suelo; pisadas… Ahora, encontrar pistas allí arriba era mucho más complicado. Como mucho, el Uchiha podía aspirar a encontrarse con un jirón enganchado. O, si los astros se alineaban, con un pelo blanco suelto.
«No puedo acercarme demasiado, o terminará pillándome. Pero tampoco puedo alejarme demasiado, o sin duda perderé su rastro» Esbozó una sonrisa. Era justo en aquellos difíciles momentos, donde Datsue el Intrépido se crecía.
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Datsue y Juro ya habían dejado el pequeño claro del bosque —que era como un oasis en un desierto—para internarse de nuevo entre la maleza. Sabía, por sus clases de orientación, que la gente rara vez lograba mantener la línea recta. Que acostumbraba a desviarse hacia la izquierda. Por tanto, trató de revertirlo hacia la derecha —pues era la dirección que más le convenía para llegar hasta el Valle del Fin—.
—Oye, sabes que todo lo que dije de ayudar a Kokuō era mentira, ¿no? —preguntó, por si acaso, una vez Juro terminó de hablar—. Solo quería ganarme su confianza e intentar conseguir un método de rastreo mucho más efectivo. Qué imbécil. Con lo mucho que conozco a Shukaku, tuve que verlo venir.
Y, hablando de Shukaku…
—Menudos cabrones sois, ¿no? —le espetó—. Haciéndoos los indignados en el Chūnin y resulta que desde el principio vosotros teníais a un bijū en secreto.
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Con mucho cuidado, eligiendo muy bien a qué rama saltar y de tener alguna cobertura al aterrizar, el Uchiha seguía a Kokuō desde la distancia. Lo hacía a una altura distinta, para dificultar que, si en algún momento su objetivo echaba la vista atrás, le viese. Sin embargo, sus ojos buscaban también otra cosa.
Una diminuta luz de chakra. Un característico piar. Un pájaro.
Y, cuando lo hiciese, su seguimiento iba a serle mucho más sencillo…
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado