21/11/2018, 16:55
Y los shinobi caminaron, caminaron y caminaron todavía más cuando Akame creyó que los pies se le iban a caer a trozos. El Otoño ya asomaba su taciturno rostro conforme se acercaban al final de Ceniza, de modo que al menos el clima se hizo más soportable; el calor abrasador del Verano dejó paso a una brisa fresca otoñal, húmeda y cargada de viejos recuerdos. Los muchachos pasaron de largo de la Ribera Norte, lugar de procedencia de Datsue, y siguieron su camino hacia las montañas. Cuanto más se acercaban, más bajaban las temperaturas y más inclemente era el tiempo. Llegó un momento en el que Akame tuvo por fin que guardar su kasa de paja y echarse la capa de viaje por encima, sobretodo cuando el Sol se escondía tras los altos riscos en el horizonte. Como un faro, aquellos picos escarpados les marcaban la ruta a seguir.
Akame se detuvo, evaluando rápidamente el entorno.
—Sí, seguro. Todo coincide con las señas que nos dió aquel tipo en la posada del camino —asintió—. Creo que deberíamos llegar mañana al mediodía.
«Aunque bien podría estar equivocándome...»
Lo malo de aquel paisaje es que destacaba por su monotonía; para el joven jōnin todos los peñascos lucían iguales, todas las colinas tenían el mismo aspecto y dos senderos eran prácticamente indistinguibles uno del otro. Así pues, sólo les quedaba ser rigurosos con las parcas indicaciones que habían recibido, y continuar el camino.
El Uchiha echó a andar por el sendero pedregoso que estaban recorriendo en ese momento, ascendiendo para rodear una escarpada colina. Llevaba en casi completo silencio desde que habían cruzado la frontera del País de la Tierra, y cuando por fin lo rompió, no fue sino para verbalizar los pensamientos que le habían mantenido en tal estado.
—Fue por aquí, ¿no? En estas montañas —preguntó, de repente—. ¿Fue aquí donde asesinaron a Koko-chan?
Akame se detuvo, evaluando rápidamente el entorno.
—Sí, seguro. Todo coincide con las señas que nos dió aquel tipo en la posada del camino —asintió—. Creo que deberíamos llegar mañana al mediodía.
«Aunque bien podría estar equivocándome...»
Lo malo de aquel paisaje es que destacaba por su monotonía; para el joven jōnin todos los peñascos lucían iguales, todas las colinas tenían el mismo aspecto y dos senderos eran prácticamente indistinguibles uno del otro. Así pues, sólo les quedaba ser rigurosos con las parcas indicaciones que habían recibido, y continuar el camino.
El Uchiha echó a andar por el sendero pedregoso que estaban recorriendo en ese momento, ascendiendo para rodear una escarpada colina. Llevaba en casi completo silencio desde que habían cruzado la frontera del País de la Tierra, y cuando por fin lo rompió, no fue sino para verbalizar los pensamientos que le habían mantenido en tal estado.
—Fue por aquí, ¿no? En estas montañas —preguntó, de repente—. ¿Fue aquí donde asesinaron a Koko-chan?