21/11/2018, 19:25
(Última modificación: 21/11/2018, 19:26 por Amedama Daruu.)
Hanabi revisaba el estado de la aldea a través del ventanal. Una mañana preciosa. El sol no era interrumpido más que por un par de nubes dispersas. Los pajaritos cantaban. Ya saben, todo lo usual.
Él disfrutaba de una humeante taza de café con leche. Nada mejor que un buen café con leche para empezar una mañana tan genial. Una mañana tan plácida. Tan tranquila.
Demasiado tranquila.
Hanabi se dio la vuelta y se sentó en la mesa. Apoyó la taza de café en el escritorio y acercó unas fichas de ninjas de la aldea que tenía apiladas cerca. Empezó a buscar algo entre ellas.
«Hace mucho que no tengo noticia alguna de Datsue. ¿Tendrá asignada alguna misión? ¿Qué estará...?»
El Uzukage escuchó los pisotones de unos zapatos en las escaleras del edificio, que retumbaban por toda la sala.
«Oh, no.»
Él disfrutaba de una humeante taza de café con leche. Nada mejor que un buen café con leche para empezar una mañana tan genial. Una mañana tan plácida. Tan tranquila.
Demasiado tranquila.
Hanabi se dio la vuelta y se sentó en la mesa. Apoyó la taza de café en el escritorio y acercó unas fichas de ninjas de la aldea que tenía apiladas cerca. Empezó a buscar algo entre ellas.
«Hace mucho que no tengo noticia alguna de Datsue. ¿Tendrá asignada alguna misión? ¿Qué estará...?»
El Uzukage escuchó los pisotones de unos zapatos en las escaleras del edificio, que retumbaban por toda la sala.
«Oh, no.»