25/11/2018, 23:56
(Última modificación: 27/11/2018, 19:59 por Himura Ren. Editado 1 vez en total.)
Se trataba de un pequeño pueblo, que seguramente no llegaría ni al centenar de habitantes, pero en épocas mas frías el calor humano recorría las calles del poblado.
Todos los años, sobre esas fechas, se organizaba una competición de patinaje sobre hielo en el lago local, no muy lejos del pueblo. Los curiosos y turistas suelen por ello visitar en aquellas fechas, pero no solo aquella pequeña aldea en concreto, si no todas las locales por la pureza de la nieve.
Oda, con paso firme, caminaba algunos metros por delante de la joven Ryuko determinando el paso. Se trataba de un estrecho camino la densidad del bosque, en el que se podían observar la nieve revuelta por cientos de pisadas.
— ¿Falta mucho? — pregunto la kunoichi después de tropezar con una fuerte raíz en mitad del camino, aunque por suerte, esta no se cayó.
— Ya casi estamos — contestó sin voltear la cabeza.
Poco despues, el bosque se abría en un gran claro, que daba a mostrar una hermosa estampa. Un extenso y reluciente lago, completamente congelado y con suaves matices de nieve a su alrededor. Una valla delimitaba la entrada de este, excepto por algunas zonas, pero solo una de estas estaba abierta, en ella, dos personas parecían mantener una conversación.
— E-Es impresionante... Incluso en pleno invierno, apenas nieva en Amegakure, y el agua también pocas veces se congela pese al frío. — adelantó a Oda ilusionada, observando aquel esplendido paisaje.
— Supongo que es debido a la densidad de la lluvia, aunque por contra parte, tampoco se pasa tan mal en verano. — prosiguió su camino volviendo a liderar el paso. — Vamos, no te quedes atrás.
Oda prosiguió su marcha, bajando por el camino definido en la ladera con sus oscuros ropajes seguido por su aprendiz quien trotaba de la alegría.
Todos los años, sobre esas fechas, se organizaba una competición de patinaje sobre hielo en el lago local, no muy lejos del pueblo. Los curiosos y turistas suelen por ello visitar en aquellas fechas, pero no solo aquella pequeña aldea en concreto, si no todas las locales por la pureza de la nieve.
Oda, con paso firme, caminaba algunos metros por delante de la joven Ryuko determinando el paso. Se trataba de un estrecho camino la densidad del bosque, en el que se podían observar la nieve revuelta por cientos de pisadas.
— ¿Falta mucho? — pregunto la kunoichi después de tropezar con una fuerte raíz en mitad del camino, aunque por suerte, esta no se cayó.
— Ya casi estamos — contestó sin voltear la cabeza.
Poco despues, el bosque se abría en un gran claro, que daba a mostrar una hermosa estampa. Un extenso y reluciente lago, completamente congelado y con suaves matices de nieve a su alrededor. Una valla delimitaba la entrada de este, excepto por algunas zonas, pero solo una de estas estaba abierta, en ella, dos personas parecían mantener una conversación.
— E-Es impresionante... Incluso en pleno invierno, apenas nieva en Amegakure, y el agua también pocas veces se congela pese al frío. — adelantó a Oda ilusionada, observando aquel esplendido paisaje.
— Supongo que es debido a la densidad de la lluvia, aunque por contra parte, tampoco se pasa tan mal en verano. — prosiguió su camino volviendo a liderar el paso. — Vamos, no te quedes atrás.
Oda prosiguió su marcha, bajando por el camino definido en la ladera con sus oscuros ropajes seguido por su aprendiz quien trotaba de la alegría.