5/10/2015, 20:44
Le habían encargado una misión; entregar una carta a Notsuba. Quién lo había contratado era una Kunoichi medica que necesitaba pasarle una receta de un ungüento a un colega que allí se ganaba la vida. Mas Satoru desconocía de la existencia de tal mujer. Solo debía cumplir con la misión, no tenía porque saber de más.
Fue al lugar donde el pergamino le indicaba y entregó la carta a una joven recepcionista. Había cumplido con la misión, ahora tan solo debía volver a su aldea para recibir la recompensa del encargo. Pero cuando miró al cielo notó más de una estrella. Ya se había hecho bastante tarde. Fue por eso que decidió pagar una habitación en una barata posada, pues el dinero no le sobraba.
Mientras cenaba algo en la barra del bar de la posada, una simple ensalada, se notó intimidado por gritos a su espalda. No, esos gritos no iban dirigidos a él y se dio cuenta de eso, pues detrás de él estaba ocurriendo una pelea. No lo pudo evitar, giro la cabeza para chusmear los que estaba sucediendo.
Un hombre con una larga barba blanca estaba peleando con un mal viviente de unos 20 años semi desnudo mientras que una chica, de la misma edad, trataba de separarlos.
— ¿Escuchaste? Kuro se tiró a la hija del dueño y él los atrapó en pleno acto. — Dijo un hombre a la derecha de Satoru que estaba cenando un trozo de carne junto a un colega, a quién se había dirigido y también estaba a su derecha.
— Hacía tiempo que la chica le venía tirando indirectas... no me sorprende para nada lo que está pasando. — Ambos rieron un poco y dieron un sorbo a sus bebidas. — Solo tiene 15 años, una verdadera zorra. — Espetó el otro hombre mientras exhalaba un aire con sabor a alcohol.
— En tu pueblo será raro, pero en varios lugares eso es común.
Ambos hombres seguían hablando. Pero Satoru estaba aterrado, no podía creer lo que sucedía a sus espaldas. ¿Como la madre tierra iba a permitir que eso pasara? ¿A caso esta era la Maldición del Odio de la que tanto le hablaban?
Fue al lugar donde el pergamino le indicaba y entregó la carta a una joven recepcionista. Había cumplido con la misión, ahora tan solo debía volver a su aldea para recibir la recompensa del encargo. Pero cuando miró al cielo notó más de una estrella. Ya se había hecho bastante tarde. Fue por eso que decidió pagar una habitación en una barata posada, pues el dinero no le sobraba.
Mientras cenaba algo en la barra del bar de la posada, una simple ensalada, se notó intimidado por gritos a su espalda. No, esos gritos no iban dirigidos a él y se dio cuenta de eso, pues detrás de él estaba ocurriendo una pelea. No lo pudo evitar, giro la cabeza para chusmear los que estaba sucediendo.
Un hombre con una larga barba blanca estaba peleando con un mal viviente de unos 20 años semi desnudo mientras que una chica, de la misma edad, trataba de separarlos.
— ¿Escuchaste? Kuro se tiró a la hija del dueño y él los atrapó en pleno acto. — Dijo un hombre a la derecha de Satoru que estaba cenando un trozo de carne junto a un colega, a quién se había dirigido y también estaba a su derecha.
— Hacía tiempo que la chica le venía tirando indirectas... no me sorprende para nada lo que está pasando. — Ambos rieron un poco y dieron un sorbo a sus bebidas. — Solo tiene 15 años, una verdadera zorra. — Espetó el otro hombre mientras exhalaba un aire con sabor a alcohol.
— En tu pueblo será raro, pero en varios lugares eso es común.
Ambos hombres seguían hablando. Pero Satoru estaba aterrado, no podía creer lo que sucedía a sus espaldas. ¿Como la madre tierra iba a permitir que eso pasara? ¿A caso esta era la Maldición del Odio de la que tanto le hablaban?