7/12/2018, 17:43
(Última modificación: 7/12/2018, 17:45 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Unos pasos hicieron retumbar prácticamente todo el edificio. Cada vez estaban más cerca. Un preocupado hombre gordo con el pelo alborotado, corto y negro entró en la sala. Tenía dos esferas ovaladas horizontales bajo los ojos: dos tatuajes dorados. Era Akimichi Katsudon. Ahora que se había cortado el pelo, se parecía muchísimo menos a su padre.
El hombretón se arrodilló frente a Hanabi y Datsue.
—¿Qué ha pasado? ¿Qué le has hecho?
Se quedó mirando a Datsue unos segundos. Entrecerró los ojos.
»...¿qué le has dicho? Últimamente está un poco... delicado. —El Akimichi se reincorporó y se dirigió a la mesa del Uzukage. Abrió el primer cajón trasero y sacó lo que parecía ser un bote con pastillas. Arrugó el morro.
Se dio la vuelta, abrió el ventanal, y las arrojó a tomar por el culo.
»A la mierda, joder. A la mierda. ¡Eres un kage, Hanabi-sensei! ¿No crees que deberías dejar de depender de estas para controlar la ansiedad? —Cerró la ventana y se dio la vuelta.
»Vamos, chico, dale un par de yoyas. No es ná. Seguro que se despierta enseguida.
El hombretón se arrodilló frente a Hanabi y Datsue.
—¿Qué ha pasado? ¿Qué le has hecho?
Se quedó mirando a Datsue unos segundos. Entrecerró los ojos.
»...¿qué le has dicho? Últimamente está un poco... delicado. —El Akimichi se reincorporó y se dirigió a la mesa del Uzukage. Abrió el primer cajón trasero y sacó lo que parecía ser un bote con pastillas. Arrugó el morro.
Se dio la vuelta, abrió el ventanal, y las arrojó a tomar por el culo.
»A la mierda, joder. A la mierda. ¡Eres un kage, Hanabi-sensei! ¿No crees que deberías dejar de depender de estas para controlar la ansiedad? —Cerró la ventana y se dio la vuelta.
»Vamos, chico, dale un par de yoyas. No es ná. Seguro que se despierta enseguida.