12/12/2018, 17:30
(Última modificación: 12/12/2018, 17:31 por Inuzuka Nabi.)
—Justo te iba a ir a buscar. Hoy necesito de tu ayuda con algo . ¿Puegho ofghecegos algo? Ah. Egstamos en pegigro mogtal. La Viga está en aleghta roga. ¿Te entegaste?
Le seguí y me senté en una silla vacía asín, sin un buenos días ni nada. El asunto que nos ocupaba tenía una importancia vital.
— Entiendo que me necesites, ¿quien no? Pero antes de enzarzarnos en una compleja y profunda narración sobre tus hazañas. Tio, la puta cabeza del kage de Amegakure. ¡Y no me dices nada! ¡Indignado estoy! ¡Indignado me siento! ¿Cómo se te ocurre? Aparte de que vas a provocar la tercera guerra shinobi, si es que ha habido otras dos, porque ya no me acuerdo de una mierda de lo que nos explicaban en la Academia. ¡Pero ese no es el tema! ¿Qué coño has hecho? ¿Y por qué no me avisaste? Podríamos haber acumulado heces de perro y haber cubierto toda la estatua en vez de cortarle la cabeza.
Le expuse mi punto manteniendo la compostura e ignorando su charla con la boca llena. Vale que tenía un entendimiento superior a la media, podía entender perros pero no a gente guarra que es incapaz de hablar sin comer. A esos no. A los perros sí. Nunca verás a un perro ladrar comiendo, no son unos maleducados.
En cualquier caso, estaba indignado y eso demostraba con mi postura de brazos cruzados y ceño fruncido. Indignación era mi definición. Hasta los cojones me tenían, siempre teniendo que ir detrás de la gente para enterarme de las cosas, yo también tenía sentimientos. Pocos y la mayoría genocidas, pero los tenía.
Le seguí y me senté en una silla vacía asín, sin un buenos días ni nada. El asunto que nos ocupaba tenía una importancia vital.
— Entiendo que me necesites, ¿quien no? Pero antes de enzarzarnos en una compleja y profunda narración sobre tus hazañas. Tio, la puta cabeza del kage de Amegakure. ¡Y no me dices nada! ¡Indignado estoy! ¡Indignado me siento! ¿Cómo se te ocurre? Aparte de que vas a provocar la tercera guerra shinobi, si es que ha habido otras dos, porque ya no me acuerdo de una mierda de lo que nos explicaban en la Academia. ¡Pero ese no es el tema! ¿Qué coño has hecho? ¿Y por qué no me avisaste? Podríamos haber acumulado heces de perro y haber cubierto toda la estatua en vez de cortarle la cabeza.
Le expuse mi punto manteniendo la compostura e ignorando su charla con la boca llena. Vale que tenía un entendimiento superior a la media, podía entender perros pero no a gente guarra que es incapaz de hablar sin comer. A esos no. A los perros sí. Nunca verás a un perro ladrar comiendo, no son unos maleducados.
En cualquier caso, estaba indignado y eso demostraba con mi postura de brazos cruzados y ceño fruncido. Indignación era mi definición. Hasta los cojones me tenían, siempre teniendo que ir detrás de la gente para enterarme de las cosas, yo también tenía sentimientos. Pocos y la mayoría genocidas, pero los tenía.
—Nabi—