17/12/2018, 23:14
Aprovechando que estaba de espaldas, me lanzó su estúpida taza, que pasó por mi lado y se estrelló contra la puerta. Me giré lentamente para encararle a la vez que empezaba a caminar hacia él lentamente.
Me detuve a apenas un metro de él, con los brazos cruzados a mediados de su discurso. Estaba completamente fuera de sí, la autocritica estaba a unos niveles que yo jamás hubiera sido capaz de otorgarle. Y además, estaba desencadenado, soltaba una tras otra todas las cosas que le atormentaban, obviamente, sin ver el panorama completo o siquiera plantearse una solución remotamente posible.
Saltó directamente a lo que me temía desde el minuto uno. Desde que nos enseñó a Eri y a mi sus recuerdos sobre Aiko. Exiliarse. Le planté la mano izquierda en su hombro derecho, recortando la distancia que nos separaba aún más y le sonreí.
— Te entiendo perfectamente, tio. Todo eso de que la gente no te hace caso, me quiere sonar. Pero no te preocupes, te voy a enseñar un metodo para que la gente te haga caso aunque tus palabras no les alcancen.
Dicho eso, mi puño derecho se plantó en su mejilla con toda mi fuerza, que no era mucha, si no hacía nada para evitarlo. Sin cambiar mi expresión, sonriente, le comenté mi opinión al respecto.
— Esto, Datsue, se llama "actuar". Es decir, hacer algo. Es lo que se hace cuando alguna gente SE NIEGA A ESCUCHAR. Podemos hacer mil cosas dentro de una legalidad lógica. Te exilias ¿y luego qué? A despistar ANBUs durante toda tu vida. ¡Claro que no! Dices que Akame trabajaba para una organización, ¿no? Pues vamos a preguntarles. No creo que acabar con una terrible organización criminal llena de drogadictos y maleantes vaya a descontentar a Hanabi.
Estuve con la mirada en Datsue en todo momento, por si los contraataques. Estaba loco y era, evidentemente, varias veces más poderoso que yo, si se le iba la pinza podía acabar hecho alitas de pollo como el último kage.
— Admito que lo de Aiko es más complicado, pero siempre hay una forma. Es evidente que tal y como es Amegakure lo tienes jodidididididididisimo. Pero paso a paso, tio. Primero salvamos el culo a tu otro yo y lo de Aiko es ir consiguiendo información, esperar a que se olviden, porque es obvio que no fuiste del todo sutil, y entonces un rescate limpio. Le tiñes el pelo, le das un traje de campesina y la dejas en un pueblo de mala muerte donde no la encuentre nadie nunca. Teneis cinco o seis hijos y hecho.
Me crucé de brazos de nuevo, satisfecho con mi super plan. Desde luego, el mejor que había hecho nunca.
Me detuve a apenas un metro de él, con los brazos cruzados a mediados de su discurso. Estaba completamente fuera de sí, la autocritica estaba a unos niveles que yo jamás hubiera sido capaz de otorgarle. Y además, estaba desencadenado, soltaba una tras otra todas las cosas que le atormentaban, obviamente, sin ver el panorama completo o siquiera plantearse una solución remotamente posible.
Saltó directamente a lo que me temía desde el minuto uno. Desde que nos enseñó a Eri y a mi sus recuerdos sobre Aiko. Exiliarse. Le planté la mano izquierda en su hombro derecho, recortando la distancia que nos separaba aún más y le sonreí.
— Te entiendo perfectamente, tio. Todo eso de que la gente no te hace caso, me quiere sonar. Pero no te preocupes, te voy a enseñar un metodo para que la gente te haga caso aunque tus palabras no les alcancen.
Dicho eso, mi puño derecho se plantó en su mejilla con toda mi fuerza, que no era mucha, si no hacía nada para evitarlo. Sin cambiar mi expresión, sonriente, le comenté mi opinión al respecto.
— Esto, Datsue, se llama "actuar". Es decir, hacer algo. Es lo que se hace cuando alguna gente SE NIEGA A ESCUCHAR. Podemos hacer mil cosas dentro de una legalidad lógica. Te exilias ¿y luego qué? A despistar ANBUs durante toda tu vida. ¡Claro que no! Dices que Akame trabajaba para una organización, ¿no? Pues vamos a preguntarles. No creo que acabar con una terrible organización criminal llena de drogadictos y maleantes vaya a descontentar a Hanabi.
Estuve con la mirada en Datsue en todo momento, por si los contraataques. Estaba loco y era, evidentemente, varias veces más poderoso que yo, si se le iba la pinza podía acabar hecho alitas de pollo como el último kage.
— Admito que lo de Aiko es más complicado, pero siempre hay una forma. Es evidente que tal y como es Amegakure lo tienes jodidididididididisimo. Pero paso a paso, tio. Primero salvamos el culo a tu otro yo y lo de Aiko es ir consiguiendo información, esperar a que se olviden, porque es obvio que no fuiste del todo sutil, y entonces un rescate limpio. Le tiñes el pelo, le das un traje de campesina y la dejas en un pueblo de mala muerte donde no la encuentre nadie nunca. Teneis cinco o seis hijos y hecho.
Me crucé de brazos de nuevo, satisfecho con mi super plan. Desde luego, el mejor que había hecho nunca.
—Nabi—