21/12/2018, 11:20
Otra de mis enormes virtudes era que mi sarcasmo a veces era demasiado sutil, demasiado intelectual, y algunas personas, pues no lo pillaban. Lo de que Datsue dijese que quería ser kage era una hiperbole de cuidado, que él, embriagado de sí mismo, diría como única solución viable para salvar a su querida. Pero el muy idiota se lo tomó en serio.
La paciencia que tenía yo, no la tenía nadie.
Por si la cosa no fuese poco surrealista, entonces empezó a decir que tenía que hacer algo. ¡Cómo si no fuese justo lo que le llevaba diciendo yo desde el minuto uno! Qué chaval, qué paciencia, me cago en todo lo cagable.
— A veces, tengo la sensación, de que oyes lo que te da la puta gana. Pero después hablas, y me lo demuestras.
Hice un par de pausas de más para intentar contenerme los gritos, que aquí el paciente era yo.
— ¿Te he dicho yo que estés sin hacer nada? ¿Ha salido eso de mi boca? No, claro que no. De hecho, juraría, si mi memoria no me falla, ¡que te he estado gritando justamente lo contrario! ¡JODER! Así que cuando te digo que seas paciente no es que no hagas nada, idiota. Es que traces un plan maestro de los tuyos, a largo plazo, sin prisa. Porque si tienes prisa, te pillaran y te destrozaran. Y si tienes que pasar un tiempo disimulando, pues te jodes y te aguantas. Si no hubieras hecho el loco tú solo y te hubieses parado a pensar en su momento, esto, no estaría pasando.
Volví a sentarme, más bien me tiré medio muerto en un sillón. No podía con este chaval, estaba más lelo que yo. Incluso más que Stuffy. Aquí el listo tenía que ser él, coño.
— Recuerda quien eres, Datsue.
Antes de que contestase puntualicé un matiz:
— ¡Y que conste! Yo no te estoy diciendo que desobedezcas a Hanabi, la autoridad del Uzukage es absoluta y atemporal. Pero dudo que no tengas un margen de acción, siempre diplomático y nunca violento. Aunque si un amenio se gana una hostia, no seré yo quien te detenga.
La paciencia que tenía yo, no la tenía nadie.
Por si la cosa no fuese poco surrealista, entonces empezó a decir que tenía que hacer algo. ¡Cómo si no fuese justo lo que le llevaba diciendo yo desde el minuto uno! Qué chaval, qué paciencia, me cago en todo lo cagable.
— A veces, tengo la sensación, de que oyes lo que te da la puta gana. Pero después hablas, y me lo demuestras.
Hice un par de pausas de más para intentar contenerme los gritos, que aquí el paciente era yo.
— ¿Te he dicho yo que estés sin hacer nada? ¿Ha salido eso de mi boca? No, claro que no. De hecho, juraría, si mi memoria no me falla, ¡que te he estado gritando justamente lo contrario! ¡JODER! Así que cuando te digo que seas paciente no es que no hagas nada, idiota. Es que traces un plan maestro de los tuyos, a largo plazo, sin prisa. Porque si tienes prisa, te pillaran y te destrozaran. Y si tienes que pasar un tiempo disimulando, pues te jodes y te aguantas. Si no hubieras hecho el loco tú solo y te hubieses parado a pensar en su momento, esto, no estaría pasando.
Volví a sentarme, más bien me tiré medio muerto en un sillón. No podía con este chaval, estaba más lelo que yo. Incluso más que Stuffy. Aquí el listo tenía que ser él, coño.
— Recuerda quien eres, Datsue.
Antes de que contestase puntualicé un matiz:
— ¡Y que conste! Yo no te estoy diciendo que desobedezcas a Hanabi, la autoridad del Uzukage es absoluta y atemporal. Pero dudo que no tengas un margen de acción, siempre diplomático y nunca violento. Aunque si un amenio se gana una hostia, no seré yo quien te detenga.
—Nabi—