11/01/2019, 00:57
La noche se extendió, entonces, para tratar otros temas de interés general. Cuentas, sobornos, movimientos de dinero; rutas comerciales y demás vicisitudes dignas de una organización con tanto fuelle como aquella.
Cuando estos tópicos se vieron zanjados, uno a uno los Cabeza de Dragón se fueron disolviendo, para volver a sus propios asuntos personales.
Sólo dos quedaron en la mesa. Otohime se dirigió a Kaido.
—Kaido. Nada de problemas con ninjas de las tres viejas Villas. Cuanto menos llamemos su atención, mejor. Y ten paciencia con Muñeca, ¿quieres? Puede ser un poco difícil, pero pronto comprobarás que es una ninja prodigio.
No lo dudaba. Eso, de que fuera prodigio. Lo intuía, pues los vestigios de su lucha en el Cañón del Secuestrado y así también su supervivencia había sido prueba tangible de ello.
—Lo intentaré, pero es un trayecto muy largo y el mundo está lleno de sorpresas. Quién sabe a qué clase de shinobi pueda conseguirme por ahí —dijo, con su típico tono de broma. Sólo que en ese instante no sabía qué era lo que le depararía el destino cuando partiera hacia el Desierto. No sabía a quién le iban a poner en su camino—. respecto a Muñeca, lo sé. Sé que le tenéis estima. Volveremos, Otohime-chan, volveremos a salvo. Y con la cabeza de ese hombre. Por Dragón Rojo.
El sello de su brazo, súbitamente, brilló.
Cuando estos tópicos se vieron zanjados, uno a uno los Cabeza de Dragón se fueron disolviendo, para volver a sus propios asuntos personales.
Sólo dos quedaron en la mesa. Otohime se dirigió a Kaido.
—Kaido. Nada de problemas con ninjas de las tres viejas Villas. Cuanto menos llamemos su atención, mejor. Y ten paciencia con Muñeca, ¿quieres? Puede ser un poco difícil, pero pronto comprobarás que es una ninja prodigio.
No lo dudaba. Eso, de que fuera prodigio. Lo intuía, pues los vestigios de su lucha en el Cañón del Secuestrado y así también su supervivencia había sido prueba tangible de ello.
—Lo intentaré, pero es un trayecto muy largo y el mundo está lleno de sorpresas. Quién sabe a qué clase de shinobi pueda conseguirme por ahí —dijo, con su típico tono de broma. Sólo que en ese instante no sabía qué era lo que le depararía el destino cuando partiera hacia el Desierto. No sabía a quién le iban a poner en su camino—. respecto a Muñeca, lo sé. Sé que le tenéis estima. Volveremos, Otohime-chan, volveremos a salvo. Y con la cabeza de ese hombre. Por Dragón Rojo.
El sello de su brazo, súbitamente, brilló.