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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#25
Katsudon y el ANBU se tensaron, nerviosos, ante el ataque de rabia que no solo invadió el cuerpo de Yui, sino que reverberó en el ambiente como el estruendo de un rayo. No era por su demostración de fuerza, ni siquiera desprendía un aura de poder especialmente llamativo, pero era, más bien, por su tremebunda personalidad. Tenía un genio tan impresionante que sobresalía de su propio cuerpo, como un Jinchuuriki descontrolado, capaz de alterar a todos los que estuviesen a su alrededor, ensombreciéndolos. Empequeñeciéndolos.

Hanabi, en cambio, se mantuvo firme, como le correspondía. Esperando que la cosa se quedase en eso: en una tormenta pasajera. Pero no pareció ser el caso, pues Yui…

¡Yui abandonaba la reunión! Pero, ¿y el Pacto? ¿Y Kurama y sus Generales? Contuvo el deseo —esta vez muy fuerte—, de tomarse tres o cuatro pastillas de una tacada. Oh, ¡qué mal! ¡La estabilidad que necesitaban para hacer frente a la nueva amenaza se iba a ir a la mierda! ¿Qué podía hacer? ¿Qué hubiese hecho Shiona?

No tuvo tiempo a responderse. Yui se chocó con un muro de piedra, y los muros tienen la mala costumbre de no apartarse ante nada ni nadie. Observó, con ojos atónitos, cómo Shanise imponía su voluntad. Y, para sorpresa de todos, cómo Yui se dejaba apagar, diluyéndose.

«Así que Shanise es quien pone el cerebro en Ame». Y más que el cerebro, por lo que se veía. Ahora entendía, viendo la iracunda personalidad de Yui, cómo Ame no se había metido en guerras en todo aquel tiempo. Y eso que Shanise, por lo que había visto en el examen, tampoco era la mujer más sosegada del mundo, precisamente.

Oyó la propuesta que le puso sobre la mesa. Aiko por Ayame, y la kunoichi no podría mantener recuerdo alguno. Era algo que ya había previsto, desde el mismo momento en que Datsue le había revelado que solo perdía un año de memoria tras su muerte. También, como condición, Datsue no podría revelarle a Aiko su pasado como ninja de la Lluvia. Lógico. Y totalmente aceptable. Incluso le convenía. Lo único que quedaba por pasarle era que ahora, a Aiko, se le metiesen ideas de venganza en la cabeza. Como si no hubiese toreado ya suficientes tormentas.

No, cortarlo de raíz sería lo mejor.

Bien, acepto las condiciones, Shanise-dono. Me encargaré personalmente de que ambas se cumplan. Tenemos un acuerdo, pues. —Negociar con Shanise era mucho menos estresante. Dónde iba a parar—. Pasemos ya, entonces, al Pacto de las Tres Grandes. —A lo verdaderamente importante. A lo que decidiría el destino de Oonindo.
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Mensajes en este tema
RE: La reunión de los Tres Grandes - por Sarutobi Hanabi - 20/01/2019, 18:43


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