22/01/2019, 23:22
Mi voz era una gota en un rio. No era lo suficientemente poderosa para llevar nada por si misma, por lo menos nada con sustancia, a nivel atómico igual sí, pero cosas guays como piedras, meteoritos y demás, no nacen de una gota. Eso era yo la mayor parte del tiempo, algo que no produce un cambio, que no se lleva a las masas desbocadas a casa del monarca y le corta la cabeza. Eso era cosa de los Datsues de turno.
¿Qué era yo entonces? ¿Era prescindible? No, amigos mios. Porque podía ser mucho más. Podía ser la gota que colma el vaso y la gota que te cae en toda la nariz y te advierte de que va a llover cuando vas empanado. Ese era mi sueño, ser la gota que desempane a la gente.
— Sí, los Kuramales les podemos llamar, lo tiene todo el nombre. Kurama, males, generales. Joder, soy un dios de la invención de nuevas palabras. Me pregunto si podré fundar una asociación que solo se dedique a revisar las palabras que se usan y cobrar por ello, quiero decir, eso tiene algo de trabajo al principio, pero después es todo tocarte los huevos y cobrar porque estás oficializando la lengua.
Me había ido un poco por las ramas, pero tomé un trago de mi té y se me pasó.
— ¿Y tú qué tal, Eri? ¿Como llevas que Ayame se haya vuelto un bijuu con patas?
Así, a quemarropa, andarse con cuidado era de novatos, era hora de ser sincero, joder.
¿Qué era yo entonces? ¿Era prescindible? No, amigos mios. Porque podía ser mucho más. Podía ser la gota que colma el vaso y la gota que te cae en toda la nariz y te advierte de que va a llover cuando vas empanado. Ese era mi sueño, ser la gota que desempane a la gente.
— Sí, los Kuramales les podemos llamar, lo tiene todo el nombre. Kurama, males, generales. Joder, soy un dios de la invención de nuevas palabras. Me pregunto si podré fundar una asociación que solo se dedique a revisar las palabras que se usan y cobrar por ello, quiero decir, eso tiene algo de trabajo al principio, pero después es todo tocarte los huevos y cobrar porque estás oficializando la lengua.
Me había ido un poco por las ramas, pero tomé un trago de mi té y se me pasó.
— ¿Y tú qué tal, Eri? ¿Como llevas que Ayame se haya vuelto un bijuu con patas?
Así, a quemarropa, andarse con cuidado era de novatos, era hora de ser sincero, joder.
—Nabi—