23/01/2019, 01:11
¡Pum!
El sonido que provocó el boken al golpear mi cabeza resonó por todo el dojo.
—¿Que te pasa? Normalmente no encajas tantos golpes
A mi madre, como madre que era, no se le escapaba ni una, pero aquel día parecía que se me notaba mucho mas. Era cierto que, como espadachín, yo era bastante diestro, y por lo general, no solía encajar muchos de sus golpes y mucho menos, un golpe descendente tan previsible como aquel.
—No se te escapa nada, ¿Verdad?
Dije mientras me sentaba en el suelo a descansar, dejando mi espada de madera a mi derecha. Realmente no era mi día, y como mi madre pensaba, mi cabeza estaba en otros lugar y no lograba concentrarme.
—Eres lo suficientemente mayor como para tener tus secretos, pero una madre siempre sabe cuando su hijo no esta bien. No pasa nada si no quieres contármelo, pero me preocupo por ti.
Mi madre se arrodillo frente a mi y coloco su boken frente a ella. Supongo que esa postura le parecería mas cómoda para tomarse un respiro. Aunque realmente era la forma adecuada, permitía levantarse mas rápido en caso de alguien te atacara. Aunque estando en casa dentro de la villa podría parecer algo complicado, corrían tiempos para nada seguros desde el incidente del estadio.
—La verdad es que no se por donde empezar. Mi cabeza es una amalgama de pensamientos. Desde hace tiempo, solo tengo dudas y dudas.
No es que quisiera ocultarle nada a mi madre, simplemente no sabia como debía expresar lo que sentía en aquel momento. Desde hacía tiempo, pero sobretodo desde aquel incomodo día del entierro, mi cabeza no estaba un su lugar. No me concentraba en nada, y si antes ya tenia cierta inestabilidad emocional, aquel evento solo había hecho que acrecentarla.
—Todos tenemos momentos de duda a lo largo de nuestras vidas. Por mucho que planeemos el mañana, nadie sabe lo que ocurrirá.
—Si pero... lo que quiero decir es... —Mi cabeza solo era un mar de inseguridades, y no estaba seguro de decir lo que iba a decir, sin embargo, no pude evitar hacerlo. —Creo que no estoy hecho para la vida shinobi, quizás seria mas feliz dedicándome a la herrería como padre, o a limpiar como el señor Mido. Siempre he sabido que yo era diferente, y tal vez solo seguí adelante por que los demás me decían que no podría hacerlo, pero ahora... no me siento parte de ellos, creo que de verdad que esto no es para mí.
—Como tu madre, solo puedo darte un consejo respecto a eso. Es tu vida y deberías vivirla como a ti mejor te parezca. No te fuerces a ti mismo a ser algo que no quieres ser, eso te causara hará que te sientas peor con el paso de los años, que pienses que el camino que has elegido no es el correcto, y mueras arrepintiéndote de no haber hecho algo en su momento. Y tienes que saber, que aunque decidas ser florista, o barrendero, o artista ambulante, tu padre y yo estaremos orgullosos de tí.
—Gracias, madre.
No dijo nada más. Me dio un abrazo y un pequeño beso en la frente, se levantó y se marcho. Quizás no había despejado mis dudas, pero era verdad que me sentía algo mejor. Ademas, sabía cual debía de ser mi siguiente paso. Limpié el dojo, como hacia cada mañana después de entrenar, me di un baño y me vestí para encaminarme a mi siguiente destino: El edificio del Uzukage.
una vez allí, me dirigiría hacia recepción y hablaría con el encargado cuando fuese mi turno.
—Buenos días, necesito hablar con el Uzukage, es importante.
El sonido que provocó el boken al golpear mi cabeza resonó por todo el dojo.
—¿Que te pasa? Normalmente no encajas tantos golpes
A mi madre, como madre que era, no se le escapaba ni una, pero aquel día parecía que se me notaba mucho mas. Era cierto que, como espadachín, yo era bastante diestro, y por lo general, no solía encajar muchos de sus golpes y mucho menos, un golpe descendente tan previsible como aquel.
—No se te escapa nada, ¿Verdad?
Dije mientras me sentaba en el suelo a descansar, dejando mi espada de madera a mi derecha. Realmente no era mi día, y como mi madre pensaba, mi cabeza estaba en otros lugar y no lograba concentrarme.
—Eres lo suficientemente mayor como para tener tus secretos, pero una madre siempre sabe cuando su hijo no esta bien. No pasa nada si no quieres contármelo, pero me preocupo por ti.
Mi madre se arrodillo frente a mi y coloco su boken frente a ella. Supongo que esa postura le parecería mas cómoda para tomarse un respiro. Aunque realmente era la forma adecuada, permitía levantarse mas rápido en caso de alguien te atacara. Aunque estando en casa dentro de la villa podría parecer algo complicado, corrían tiempos para nada seguros desde el incidente del estadio.
—La verdad es que no se por donde empezar. Mi cabeza es una amalgama de pensamientos. Desde hace tiempo, solo tengo dudas y dudas.
No es que quisiera ocultarle nada a mi madre, simplemente no sabia como debía expresar lo que sentía en aquel momento. Desde hacía tiempo, pero sobretodo desde aquel incomodo día del entierro, mi cabeza no estaba un su lugar. No me concentraba en nada, y si antes ya tenia cierta inestabilidad emocional, aquel evento solo había hecho que acrecentarla.
—Todos tenemos momentos de duda a lo largo de nuestras vidas. Por mucho que planeemos el mañana, nadie sabe lo que ocurrirá.
—Si pero... lo que quiero decir es... —Mi cabeza solo era un mar de inseguridades, y no estaba seguro de decir lo que iba a decir, sin embargo, no pude evitar hacerlo. —Creo que no estoy hecho para la vida shinobi, quizás seria mas feliz dedicándome a la herrería como padre, o a limpiar como el señor Mido. Siempre he sabido que yo era diferente, y tal vez solo seguí adelante por que los demás me decían que no podría hacerlo, pero ahora... no me siento parte de ellos, creo que de verdad que esto no es para mí.
—Como tu madre, solo puedo darte un consejo respecto a eso. Es tu vida y deberías vivirla como a ti mejor te parezca. No te fuerces a ti mismo a ser algo que no quieres ser, eso te causara hará que te sientas peor con el paso de los años, que pienses que el camino que has elegido no es el correcto, y mueras arrepintiéndote de no haber hecho algo en su momento. Y tienes que saber, que aunque decidas ser florista, o barrendero, o artista ambulante, tu padre y yo estaremos orgullosos de tí.
—Gracias, madre.
No dijo nada más. Me dio un abrazo y un pequeño beso en la frente, se levantó y se marcho. Quizás no había despejado mis dudas, pero era verdad que me sentía algo mejor. Ademas, sabía cual debía de ser mi siguiente paso. Limpié el dojo, como hacia cada mañana después de entrenar, me di un baño y me vestí para encaminarme a mi siguiente destino: El edificio del Uzukage.
una vez allí, me dirigiría hacia recepción y hablaría con el encargado cuando fuese mi turno.
—Buenos días, necesito hablar con el Uzukage, es importante.