23/01/2019, 12:40
—Bu-buenos d-días. —En la recepción, dos ojos perlados le devolvieron la mirada. Kyoko, la encargada de trabajar allí los Mizuyoubi, le sonrió tímidamente detrás de una pila de papeles—. C-creo que está libre. A-adelante, sube.
Señaló la puerta. Si Reiji la tomaba y ascendía hasta el tercer piso, se encontraría con la doble puerta del despacho de Hanabi entreabierta. El Uzukage no estaba sentado tras su escritorio, según lo que podía ver a través de la rendija. Pero allí había alguien, no cabía duda, a juzgar por la agradable canción que silbaba.
Señaló la puerta. Si Reiji la tomaba y ascendía hasta el tercer piso, se encontraría con la doble puerta del despacho de Hanabi entreabierta. El Uzukage no estaba sentado tras su escritorio, según lo que podía ver a través de la rendija. Pero allí había alguien, no cabía duda, a juzgar por la agradable canción que silbaba.