24/01/2019, 12:52
(Última modificación: 24/01/2019, 13:46 por Sasaki Reiji. Editado 1 vez en total.)
El molodioso silbido que salia del despacho se detuvo. Normal si tenia que contestarme. Hasta el momento, yo no conocia a nadie que, al mismo tiempo, pudiese silvar y hablar. Pero ¿Quien sabe? El ninjutsu era algo magico, parecia posible hacer cualquier cosa con él. Claro que, solo si tenias la suerte de ser diestro con los sellos.
—¿Mmh? ¡Sí, claro, pasa, pasa! Estoy libre.
Fue la voz del uzukage la que me contestó desde el otro lado de la puerta. Cuando entré al despacho, me lo encontré ordenando los libros de su estanteria. Si que parecia tener tiempo libre, ordenar los libros era algo que podia hacer alguien en una mision de rango D. Pero ¿Quien era yo para juzgar eso? Quizas esa tarea era algo mas importante de lo que mi joven y poco entrenada mente podia imaginarse.
El hombre tomó asiento en su escritorio y me insto a tomar asiento en la silla que tenia enfrente.
—Sasaki Reiji, ¿no es así? Dime, ¿qué te trae por mi humilde despacho?
Me senté en la silla que había señalado mientras me dedicaba una sonrisa afeble y preguntaba por que había ido directamente a su despacho. Quizas esa sonrisa y su tono de voz hubiesen tranquilizado a otro, pero yo no me sentia mas tranquilo en esa situación. Respiré, como en una batalla cuando estas nervioso, como me había enseñado mi madre a calmarme cuando tenia la espada entre las manos, solo que esta vez, mi espada era mi voz.
—Buenos días Hanabi Sama, disculpe que le moleste, pero he creido que las cosas que tengo que decirle, es mejor que se las diga directamente a usted —Quizas los nervios se notaban en mi forma de hablar o en mi tono de voz, pero tenia que hacerlo. —Lo primero que quiero comentarle es que... — Hablaba mientras me desataba la bandana y la depositava en el escritorio del uzukage frente a mi. —No me siento digno de llevar esta bandana y quisiera devolverla. Su peso es demasiado para alguien como yo. La conseguí por cabezoneria, para demostrar que alguien con mis defectos también podía, pero resulta que no se llevarla.
—¿Mmh? ¡Sí, claro, pasa, pasa! Estoy libre.
Fue la voz del uzukage la que me contestó desde el otro lado de la puerta. Cuando entré al despacho, me lo encontré ordenando los libros de su estanteria. Si que parecia tener tiempo libre, ordenar los libros era algo que podia hacer alguien en una mision de rango D. Pero ¿Quien era yo para juzgar eso? Quizas esa tarea era algo mas importante de lo que mi joven y poco entrenada mente podia imaginarse.
El hombre tomó asiento en su escritorio y me insto a tomar asiento en la silla que tenia enfrente.
—Sasaki Reiji, ¿no es así? Dime, ¿qué te trae por mi humilde despacho?
Me senté en la silla que había señalado mientras me dedicaba una sonrisa afeble y preguntaba por que había ido directamente a su despacho. Quizas esa sonrisa y su tono de voz hubiesen tranquilizado a otro, pero yo no me sentia mas tranquilo en esa situación. Respiré, como en una batalla cuando estas nervioso, como me había enseñado mi madre a calmarme cuando tenia la espada entre las manos, solo que esta vez, mi espada era mi voz.
—Buenos días Hanabi Sama, disculpe que le moleste, pero he creido que las cosas que tengo que decirle, es mejor que se las diga directamente a usted —Quizas los nervios se notaban en mi forma de hablar o en mi tono de voz, pero tenia que hacerlo. —Lo primero que quiero comentarle es que... — Hablaba mientras me desataba la bandana y la depositava en el escritorio del uzukage frente a mi. —No me siento digno de llevar esta bandana y quisiera devolverla. Su peso es demasiado para alguien como yo. La conseguí por cabezoneria, para demostrar que alguien con mis defectos también podía, pero resulta que no se llevarla.