24/01/2019, 20:38
5 de Bienvenida de 219
Eran las cinco menos cinco de la tarde, y un grupo de estudiantes de la Academia se adentraba, emocionado, en el gran Estadio de las Celebraciones. Como toda clase que se va de excursión, y pese a que iban todos juntos, se les notaba que se dividían en grupitos de tres, seis o hasta siete, hablando entre ellos en un tono cada vez más alto y agudo.
Encabezando la marcha, se encontraba su Sensei, Annaisha, una joven de veinte años que caminaba con la ayuda de un bastón. Tenía el cabello negro, largo y con flequillo, con un fino mechón tintado de rosa a un lado de la cabellera y uno azul al otro. Llevaba la bandana, de color carmesí, en la cabeza, pero no en la frente, sino por encima, arriba de su flequillo. A su lado, un Jōnin de quince años, con el que se llevaba relativamente bien, que le había pedido supervisar un combate. Por si se le iba de las manos. Ella, a cambio, le pidió permiso para llevar a sus alumnos, creyendo que sería un buen espectáculo del que podrían aprender algo.
—Datsue-senpai, Datsue-senpai —le llamó una niña, tirando de su manga—. ¿Cree que podré pedirle un autógrafo a Eri-san?
—¡Pues claro! —afirmó él, viendo cómo muchos se callaban para oír su respuesta—. Después del combate, seguro que estará encantada. ¡Tendrás un autógrafo de ella y mío! —exclamó, generoso—. ¿Qué te parece?
—Con el suyo me basta, gracias —dijo, sin poder evitar dar saltitos de emoción. Fue esa inocencia, esa falta absoluta de querer hacer sentir mal a Datsue con su comentario, lo que más dolió en el orgullo del Uchiha.
—Ey, ¿crees que podré sacarme una foto con ella? —preguntó un chico con gafas y una cámara colgando del cuello.
—Ehm… Sí… Una los tres, ¿eh? Todos…
—No, no, solo con Eri-senpai mejor —le cortó el jodido crío.
—¡Auch! Eso debió de dolerte —dijo Annaisha, componiendo una exagerada mueca afligida que su risa terminó por deshacer.
—¿Qué tan fuerte será Eri? He oído que detuvo a la Jinchuriki de Amegakure cuando era medio bijuu. Ella… sola. —La admiración que había en su voz tan solo era comparable a los suspiros de asombro y fascinación que le siguieron después.
—¡Y-yo la vi caminando con Hanabi-sama el otro día! —exclamó otro, llamando rápidamente la atención de todos.
—Oh, ¡es que el Uzukage confía mucho en Eri! ¡S-seguro que estaban planeando una misión peligrosísima de gran importancia para la Aldea! —«Pero tú qué sabrás, ¡mequetrefe!»
—Oi, Datsue-senpai —le llamó un chico que iba de último. Tenía gafas redondas y los ojos verdes—. ¿Invocarás al monstruo gigante del examen Chunin para enfrentarte a Eri?
Por primera vez en toda la caminata, los niños se olvidaron por un momento de Eri y prestaron su atención en él.
—Se llama Susano’o, y es una técnica que consume demasiada energía, la verdad. No creo que…
—¡Vamos, Datsue-senpai, queremos verla! Mi hermano me dijo que detuvo un láser gigantesco de la Jinchuuriki de Ame, ¿es eso cierto?
—No exacta…
—Oh, ¡sí, sí! ¡Mi madre también me lo dijo! ¡Dijo que era una cosa inmensa! ¿Nos lo enseñarás, Datsue? ¡Porfa, porfa, porfa…!
—Ehm… B-bueno —dijo, ligeramente ruborizado al sentir la mirada de todos puestas en él—. Quizá… Ehm… No prometo nada… P-pero… ¡Vosotros estad atentos al combate!
Fue justo en ese momento que llegaron hasta las gradas. El Estadio estaba vacío, pues el Uchiha lo había reservado a la mañana para las cinco. Nabi y Eri estaban avisados, y el cielo, despejado, aguardaba paciente a que se celebrase el intrépido combate a tres.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado