30/01/2019, 13:03
Al instante, una luz cegadora les envolvió, desde el sello. Shanise apretó bien a Ayame, más que para evitar que el bijuu escapara en el último momento, porque el terrible y profundo grito de dolor era insportable. Cerró los ojos y apretó los dientes hasta que el resplandor se apagó y Ayame dejó de gritar. Hasta que su voz cambió, y volvió a ser la de ella.
Allí estaba. Aotsuki Ayame.
—No me lo puedo... creer... ¡Ha funcionado! —dijo uno de los ancianos Uzumaki.
—¿Cómo que no te lo puedes creer? ¿¡Es que acaso no lo teníais terminado!?
—Jovencita, no hemos tenido la oportunidad de... probar esta técnica. Francamente, es el trabajo más difícil de nuestra vida.
—Tsk... —Shanise chasqueó la lengua, molesta, y fijó la vista en Ayame. Al menos, era ella de verdad. Había vuelto de verdad. Sintió euforia. Estuvo a punto de llorar. Cuánto había tenido que pasar aquella muchacha, desde aquella misión con los hilos de chakra natural—. Como sea... gracias.
—Si nos disculpas, nosotros vamos a irnos ya —dijo el último de los ancianos—. Tenemos que informar a Hanabi-kun.
Shanise, sin mirarles, les hizo un gesto con la mano.
—Id, id. Nosotros nos quedaremos un rato. Ayame está muy débil. —Se subió a la mesa y se arrodilló junto a Ayame, acariciándola el pelo—. Ayame, Ayame. Eh. Ya está. Todo está bien. ¿Ves como eras más que un jarrón para nosotros? Ya está.
»Bienvenida de vuelta.
Allí estaba. Aotsuki Ayame.
—No me lo puedo... creer... ¡Ha funcionado! —dijo uno de los ancianos Uzumaki.
—¿Cómo que no te lo puedes creer? ¿¡Es que acaso no lo teníais terminado!?
—Jovencita, no hemos tenido la oportunidad de... probar esta técnica. Francamente, es el trabajo más difícil de nuestra vida.
—Tsk... —Shanise chasqueó la lengua, molesta, y fijó la vista en Ayame. Al menos, era ella de verdad. Había vuelto de verdad. Sintió euforia. Estuvo a punto de llorar. Cuánto había tenido que pasar aquella muchacha, desde aquella misión con los hilos de chakra natural—. Como sea... gracias.
—Si nos disculpas, nosotros vamos a irnos ya —dijo el último de los ancianos—. Tenemos que informar a Hanabi-kun.
Shanise, sin mirarles, les hizo un gesto con la mano.
—Id, id. Nosotros nos quedaremos un rato. Ayame está muy débil. —Se subió a la mesa y se arrodilló junto a Ayame, acariciándola el pelo—. Ayame, Ayame. Eh. Ya está. Todo está bien. ¿Ves como eras más que un jarrón para nosotros? Ya está.
»Bienvenida de vuelta.
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