30/01/2019, 18:40
Y Shanise se detuvo un instante, y Ayame con ella. Durante un instante, sólo el viento se movió a su alrededor. La jonin pareció pensarse la respuesta, pero al cabo de varios segundos habló:
—Les entregamos a Watasashi Aiko —dijo, seca—. Así que al final ese Datsue se salió con la suya.
Ayame abrió los ojos como platos. Aiko. Watasashi Aiko. La kunoichi inmortal. Ella sólo la había visto en un par de ocasiones: en una de ellas le ofreció su ayuda para entrenar el lanzamiento de shuriken para que pudiera aprobar el examen de genin, en la otra había interrumpido sin querer su encuentro con Uchiha Datsue... Dando comienzo a todo aquel torbellino de locura y sinsentido. Lo último que había sabido de ella es que había sido sepultada en el fondo del lago por orden de la Arashikage y ahora... Ahora esa kunoichi era intercambiada por su libertad como si no fuera más que un paquete de cromos.
La Arashikage había accedido a entregar a una kunoichi inmortal, un arma terriblemente peligrosa si adoptaban el papel del estratega, y todo por recuperarla a ella.
Ayame agachó la mirada y hundió los hombros.
—E... entiendo... —murmuró, súbitamente abrumada.
—Aunque algo me dice que las cosas pueden cambiar —continuó Shanise, no muy convencida—. Por lo visto, los Generales de Kurama asesinaron a Uchiha Akame. Ahora, sólo queda él como jinchuuriki. A ver si ahora que tiene a Aiko nos deja de una vez en paz a todos.
—¡¿Uchiha Akame ha muerto?! —exclamó, sin poder evitar un nuevo sobresalto—. ¿El mismo Akame que me...? —"Que me apalizó en el torneo, que ascendió a jonin de un tiempo a otro, que presumía de ser un profesional... Sacudió la cabeza, centrándose en lo verdaderamente importante—. ¡Pero se supone que esos Generales buscan revertir los sellados para dejar a los bijuu libres, no matarnos!
Se calló de golpe, como si le hubiesen asestado una bofetada. De repente se había sentido como si hubiese hablado de más, pero...
—Les entregamos a Watasashi Aiko —dijo, seca—. Así que al final ese Datsue se salió con la suya.
Ayame abrió los ojos como platos. Aiko. Watasashi Aiko. La kunoichi inmortal. Ella sólo la había visto en un par de ocasiones: en una de ellas le ofreció su ayuda para entrenar el lanzamiento de shuriken para que pudiera aprobar el examen de genin, en la otra había interrumpido sin querer su encuentro con Uchiha Datsue... Dando comienzo a todo aquel torbellino de locura y sinsentido. Lo último que había sabido de ella es que había sido sepultada en el fondo del lago por orden de la Arashikage y ahora... Ahora esa kunoichi era intercambiada por su libertad como si no fuera más que un paquete de cromos.
La Arashikage había accedido a entregar a una kunoichi inmortal, un arma terriblemente peligrosa si adoptaban el papel del estratega, y todo por recuperarla a ella.
Ayame agachó la mirada y hundió los hombros.
—E... entiendo... —murmuró, súbitamente abrumada.
—Aunque algo me dice que las cosas pueden cambiar —continuó Shanise, no muy convencida—. Por lo visto, los Generales de Kurama asesinaron a Uchiha Akame. Ahora, sólo queda él como jinchuuriki. A ver si ahora que tiene a Aiko nos deja de una vez en paz a todos.
—¡¿Uchiha Akame ha muerto?! —exclamó, sin poder evitar un nuevo sobresalto—. ¿El mismo Akame que me...? —"Que me apalizó en el torneo, que ascendió a jonin de un tiempo a otro, que presumía de ser un profesional... Sacudió la cabeza, centrándose en lo verdaderamente importante—. ¡Pero se supone que esos Generales buscan revertir los sellados para dejar a los bijuu libres, no matarnos!
Se calló de golpe, como si le hubiesen asestado una bofetada. De repente se había sentido como si hubiese hablado de más, pero...