1/02/2019, 17:02
No tardó en encontrarla. La Jōnin se encontraba en la recepción, tal y como habían acordado, caminando en círculos, con los brazos tras la espalda y clara ansiedad reflejada en su rostro. De hecho, prácticamente se abalanzó sobre Ayame en cuanto percibió su presencia.
—¡Ayame! —exclamó, aliviada—. ¡Madre mía, ya creía que la técnica de los uzujin había fallado! ¡Estaba a punto de subir a buscarte!
—¡Lo siento, lo siento! —Ayame alzó ambas manos con una sonrisilla apurada—. Estoy bien, de verdad. No ha pasado nada. Es sólo que... me distraje un poco...
—Es igual. ¿Qué te apetece comer?
La pregunta la pilló desprevenida. Después de casi tres meses sin poder saborear nada... ¿qué le apetecía comer?
—Pues... No sé qué tienen aquí... ¿tienen pasta? ¿Tienen carne? ¿Tienen dulces? ¿Tienen...? —comenzó a preguntar, con ansia acumulada, y a cada mención que hacía los ojos le brillaban con más y más fuerza.
Poco le faltaba para comenzar a babear.
—¡Ayame! —exclamó, aliviada—. ¡Madre mía, ya creía que la técnica de los uzujin había fallado! ¡Estaba a punto de subir a buscarte!
—¡Lo siento, lo siento! —Ayame alzó ambas manos con una sonrisilla apurada—. Estoy bien, de verdad. No ha pasado nada. Es sólo que... me distraje un poco...
—Es igual. ¿Qué te apetece comer?
La pregunta la pilló desprevenida. Después de casi tres meses sin poder saborear nada... ¿qué le apetecía comer?
—Pues... No sé qué tienen aquí... ¿tienen pasta? ¿Tienen carne? ¿Tienen dulces? ¿Tienen...? —comenzó a preguntar, con ansia acumulada, y a cada mención que hacía los ojos le brillaban con más y más fuerza.
Poco le faltaba para comenzar a babear.