8/02/2019, 16:17
(Última modificación: 8/02/2019, 16:18 por Amedama Daruu.)
—¿Sí? ¡Pasen! —Pudo escucharse desde el otro lado de la puerta. Al abrir, Eri se encontraría al Uzukage inmerso en un mar de papeleo—. ¡Oh, Eri-san! Pero si te dije que esperases en la puerta... ¡Ah, claro, entendiste esta puerta! —Se llevó la mano a la frente—. Ay, ¡tonto de mí! No especificar... Bueno, ¡es igual, iba a acabar ya! —dijo, y echó la silla hacia atrás para levantarse—. Vamos, he encontrado el sitio perfecto para que entrenemos ese Rasengan. —Pasó al lado de Eri dándole unas palmaditas encima de la cabeza. Tap, tap, tap, y sus pasos les condujeron fuera del edificio.
Caminaron durante un buen rato, y para sorpresa de Eri el sitio perfecto resultó estar fuera de la propia aldea, aunque rodeando un poco las murallas. Allí encontraron una explanada con varias y grandes rocas, de varios metros de altura. Hanabi paró a Eri enseñándole la palma de la mano y se acercó a una de ellas.
—Bien. El primer paso sería que consiguieras comprimir el chakra en una esfera. En ese momento tu Rasengan se parecerá mucho a este. —Hanabi volvio a formar su Rasengan, tal y como había hecho el día anterior—. Pero probablemente no sea capaz de hacer... esto. —Se dio la vuelta, de pronto, y estampó la esfera de chakra contra la roca. Inmediatamente, la piedra se agrietó y varios fragmentos, como atrapados en un remolino, comenzaron a girar entorno al Rasengan. Un destello de luz anaranjada después, el Rasengan había desaparecido... pero también gran parte de la roca, que presentaba ahora un agujero semiesférico de gran tamaño, con la marca de una espiral.
Hanabi se dio la vuelta y se sacudió las manos. Suspiró con satisfacción.
—¿Es raro que esto me resulte satisfactorio? En fin —Se sentó, apoyando la espalda en la roca horadada—, intenta primero formar la esfera con cierta estabilidad, y luego chócala contra la roca.
Caminaron durante un buen rato, y para sorpresa de Eri el sitio perfecto resultó estar fuera de la propia aldea, aunque rodeando un poco las murallas. Allí encontraron una explanada con varias y grandes rocas, de varios metros de altura. Hanabi paró a Eri enseñándole la palma de la mano y se acercó a una de ellas.
—Bien. El primer paso sería que consiguieras comprimir el chakra en una esfera. En ese momento tu Rasengan se parecerá mucho a este. —Hanabi volvio a formar su Rasengan, tal y como había hecho el día anterior—. Pero probablemente no sea capaz de hacer... esto. —Se dio la vuelta, de pronto, y estampó la esfera de chakra contra la roca. Inmediatamente, la piedra se agrietó y varios fragmentos, como atrapados en un remolino, comenzaron a girar entorno al Rasengan. Un destello de luz anaranjada después, el Rasengan había desaparecido... pero también gran parte de la roca, que presentaba ahora un agujero semiesférico de gran tamaño, con la marca de una espiral.
Hanabi se dio la vuelta y se sacudió las manos. Suspiró con satisfacción.
—¿Es raro que esto me resulte satisfactorio? En fin —Se sentó, apoyando la espalda en la roca horadada—, intenta primero formar la esfera con cierta estabilidad, y luego chócala contra la roca.