Estaba perplejo. Pues, no entendía lo que estaba pasando. Su cabeza no podía procesar la información de lo recién ocurrido. ¿Porqué lo golpeó? ¿Solo por que se ofendió?
En su antiguo hogar habían discusiones, pero siempre se resolvían con juegos de azar o con un mediador, pues como humanos que eran tenían sentimientos. Gente tan pura e inocente como Satoru ya escaseaba, esa fue una de las muchas razones por el cual abandono el Bosque.
El pobre miraba su mano que, bañada en carmesí, no paraba de temblar. — Es acaso esta... — Levantó la mirada para así dirigirla a su acompañante, el causante de todo, que había empezado a gritarle al imponente hombre de la tercera edad. — ¿La verdadera naturaleza del ser humano? — Riko le aplicó un golpe en los genitales al viejo, para luego perdonarse y aconsejarle a Satoru que se largaran del lugar. Mas Satoru estaba pensando en otra cosa. — ¿Porqué diablos se está riendo? — Una sensación de rechazo y asco le recorrió todo el cuerpo. Pues Satoru no podía creer que una persona con la aparencia de Riko era capaz de arruinar algo en tan pocos minutos. Solo le bastó con apreciar la sonrisa del Shinobi para darse cuenta del tipo de persona que era.
El pelinegro le insistió sobre la idea de irse del lugar. El ermitaño recapacitó y asintió con la cabeza. Este tomaría ventaja y saldría del lugar sin pagar la ensalada a medio comer. — ¡Ponla en mi cuenta! — Espetó cuando a, paso rápido, se fue por la puerta que daba a la abandonada calle.
— ¿Y ahora qué? — Preguntaría a su nuevo colega, ansioso por una pronta respuesta.
En su antiguo hogar habían discusiones, pero siempre se resolvían con juegos de azar o con un mediador, pues como humanos que eran tenían sentimientos. Gente tan pura e inocente como Satoru ya escaseaba, esa fue una de las muchas razones por el cual abandono el Bosque.
El pobre miraba su mano que, bañada en carmesí, no paraba de temblar. — Es acaso esta... — Levantó la mirada para así dirigirla a su acompañante, el causante de todo, que había empezado a gritarle al imponente hombre de la tercera edad. — ¿La verdadera naturaleza del ser humano? — Riko le aplicó un golpe en los genitales al viejo, para luego perdonarse y aconsejarle a Satoru que se largaran del lugar. Mas Satoru estaba pensando en otra cosa. — ¿Porqué diablos se está riendo? — Una sensación de rechazo y asco le recorrió todo el cuerpo. Pues Satoru no podía creer que una persona con la aparencia de Riko era capaz de arruinar algo en tan pocos minutos. Solo le bastó con apreciar la sonrisa del Shinobi para darse cuenta del tipo de persona que era.
El pelinegro le insistió sobre la idea de irse del lugar. El ermitaño recapacitó y asintió con la cabeza. Este tomaría ventaja y saldría del lugar sin pagar la ensalada a medio comer. — ¡Ponla en mi cuenta! — Espetó cuando a, paso rápido, se fue por la puerta que daba a la abandonada calle.
— ¿Y ahora qué? — Preguntaría a su nuevo colega, ansioso por una pronta respuesta.