26/02/2019, 20:42
Mientras el Uchiha cantaba, repasaba su propia letra. «Yo no dejo cabos sueltos que me lleven al penal… Penal… Penal... Me suena mejor cárcel, pero claro, es que no rima. O mejor, un: yo no dejo pruebas que me incriminen. ¡Sí! ¡Mucho más guapo!» Pero seguía sin rimar con profesional, y esa palabra no podía cambiarla ni por el mejor verso del mundo.
Sin duda, la última estrofa era la que estaba más pulida. Esa en la que hablaba de cómo contó a dos amigos lo mala que era cierta amejin, y que él no mentía…
Jamás lo hacía.
«¡Qué final perfecto, joder! ¡Qué final! Gracias, gracias». Se dijo, haciendo sendas reverencias al aire.
Clap. Clap. Clap.
Se quedó paralizado, en el sitio. Como un animal al sentir peligro y simplemente quedarse en silencio, tratando de oír, de vislumbrar a un depredador en el horizonte. Y es que aún cuando no había oído su voz, ni visto su silueta, el Uchiha tuvo la extraña sensación de que aquellas palmadas fantasmales pertenecían a…
—¡Guau!
… un viejo amigo. Tan viejo como esa novia que te ha puesto los cuernos con tu compadre de toda la vida. Sí, así de viejo era para Datsue.
—Impresionante. Desde luego, la última vez que te vi interpretando un papel ya me quedó claro que esto se te daba bien, ¡sí señor!
Debía estar hablando de aquella vez que Daruu le engañó prometiéndole ayuda y mostrándose como un buenazo para simplemente quitarle toda la información que tenía y hacer matar a Keisuke. Seguramente se estaba refiriendo a él mismo en segunda persona, por incoherente que esto sonase. «Sí, seguro…»
—Aunque aquella vez te dedicaste más bien a hacer el payaso. ¿Crees que podrías trabajar en un circo, rata traidora?
¿Payaso él? Quizá, pero habían pedido espectáculo, y eso era lo que había ofrecido. Ya lo de rata traidora empezó a tocarle la moral. ¿Traidor, él? «¡Pero qué huevos tiene, el hijo de puta!» Evitó mirarle, porque sabía que si lo hacía acabaría por saltar. Ahora estaban en paz, acababan de devolverle a Aiko y no podía hacer tonterías.
No podía.
Pero por los Dioses, mira que se lo estaban poniendo difícil. Con Kaido había soportado el chaparrón de incongruencias y falacias con estoicidad, pero es que Daruu iba más allá. Es que Daruu cruzaba la línea roja y mencionaba a su Hermano. La voz de Hanabi resonó en su cabeza: «Datsue… Recuerda lo que hablamos. Recuerda lo que me prometiste».
Se lo debía. Se lo debía. Se lo debía...
Adiós a las eternas disputas. Adiós al: y tú más. Datsue había recuperado a Aiko, y ahora era un joven con una segunda oportunidad. Tenía que limpiarse. Tenía que alejarse de aquellos dramas, de aquellas disputas que no llevaban a ningún sitio salvo al cementerio.
—Adiós, Da… —No pudo terminar la frase. Una niebla espesa y antinatural surgió a su alrededor. Activó el Sharingan, y sus peores sospechas se confirmaron: era una técnica. Era la misma técnica que Kaido había usado contra él.
Muy lentamente, dejó el shamisen sobre el suelo.
—¿Qué más quieres de mí, Daruu? —preguntó, rompiendo finalmente el silencio. Miedo, rabia, frustración… Todas aquellas emociones inundaron sus venas y palpitaron en su pecho. Miedo a que Daruu atacase de verdad. Rabia, porque él también quería hacerlo, y partirle aquella mezquina boca a golpes. Y frustración, mucha frustración, porque si aquello acababa mal, le echarían la culpa. Datsue el Liante. ¿Quién creería que no había provocado él aquella disputa? Hanabi le había advertido: era la última vez que se la jugaba por él—. ¿Eh? ¡Contesta! Salvamos a Ayame, ¡dos veces! ¡Como dos fueron las veces que ella casi arrasa con mi Villa! ¡Hiciste que matasen al único chico que trató de ayudarme! ¡Intentaste matar a mi Hermano! ¿¡Qué más quieres, jodido sanguinario!?
Datsue estaba abierto de brazos y caminaba, dando vueltas a su alrededor.
—¡¿QUÉ MÁS QUIERES DE MÍ?!
Sin duda, la última estrofa era la que estaba más pulida. Esa en la que hablaba de cómo contó a dos amigos lo mala que era cierta amejin, y que él no mentía…
Jamás lo hacía.
«¡Qué final perfecto, joder! ¡Qué final! Gracias, gracias». Se dijo, haciendo sendas reverencias al aire.
Clap. Clap. Clap.
Se quedó paralizado, en el sitio. Como un animal al sentir peligro y simplemente quedarse en silencio, tratando de oír, de vislumbrar a un depredador en el horizonte. Y es que aún cuando no había oído su voz, ni visto su silueta, el Uchiha tuvo la extraña sensación de que aquellas palmadas fantasmales pertenecían a…
—¡Guau!
… un viejo amigo. Tan viejo como esa novia que te ha puesto los cuernos con tu compadre de toda la vida. Sí, así de viejo era para Datsue.
—Impresionante. Desde luego, la última vez que te vi interpretando un papel ya me quedó claro que esto se te daba bien, ¡sí señor!
Debía estar hablando de aquella vez que Daruu le engañó prometiéndole ayuda y mostrándose como un buenazo para simplemente quitarle toda la información que tenía y hacer matar a Keisuke. Seguramente se estaba refiriendo a él mismo en segunda persona, por incoherente que esto sonase. «Sí, seguro…»
—Aunque aquella vez te dedicaste más bien a hacer el payaso. ¿Crees que podrías trabajar en un circo, rata traidora?
¿Payaso él? Quizá, pero habían pedido espectáculo, y eso era lo que había ofrecido. Ya lo de rata traidora empezó a tocarle la moral. ¿Traidor, él? «¡Pero qué huevos tiene, el hijo de puta!» Evitó mirarle, porque sabía que si lo hacía acabaría por saltar. Ahora estaban en paz, acababan de devolverle a Aiko y no podía hacer tonterías.
No podía.
Pero por los Dioses, mira que se lo estaban poniendo difícil. Con Kaido había soportado el chaparrón de incongruencias y falacias con estoicidad, pero es que Daruu iba más allá. Es que Daruu cruzaba la línea roja y mencionaba a su Hermano. La voz de Hanabi resonó en su cabeza: «Datsue… Recuerda lo que hablamos. Recuerda lo que me prometiste».
Se lo debía. Se lo debía. Se lo debía...
Adiós a las eternas disputas. Adiós al: y tú más. Datsue había recuperado a Aiko, y ahora era un joven con una segunda oportunidad. Tenía que limpiarse. Tenía que alejarse de aquellos dramas, de aquellas disputas que no llevaban a ningún sitio salvo al cementerio.
—Adiós, Da… —No pudo terminar la frase. Una niebla espesa y antinatural surgió a su alrededor. Activó el Sharingan, y sus peores sospechas se confirmaron: era una técnica. Era la misma técnica que Kaido había usado contra él.
Muy lentamente, dejó el shamisen sobre el suelo.
—¿Qué más quieres de mí, Daruu? —preguntó, rompiendo finalmente el silencio. Miedo, rabia, frustración… Todas aquellas emociones inundaron sus venas y palpitaron en su pecho. Miedo a que Daruu atacase de verdad. Rabia, porque él también quería hacerlo, y partirle aquella mezquina boca a golpes. Y frustración, mucha frustración, porque si aquello acababa mal, le echarían la culpa. Datsue el Liante. ¿Quién creería que no había provocado él aquella disputa? Hanabi le había advertido: era la última vez que se la jugaba por él—. ¿Eh? ¡Contesta! Salvamos a Ayame, ¡dos veces! ¡Como dos fueron las veces que ella casi arrasa con mi Villa! ¡Hiciste que matasen al único chico que trató de ayudarme! ¡Intentaste matar a mi Hermano! ¿¡Qué más quieres, jodido sanguinario!?
Datsue estaba abierto de brazos y caminaba, dando vueltas a su alrededor.
—¡¿QUÉ MÁS QUIERES DE MÍ?!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado