1/03/2019, 01:19
El clon de Daruu aguardó en silencio durante un buen rato, hasta que Datsue terminó de desahogarse. Cuando gritó la frase final, sonrió. Agitó el brazo y guardó la falsa katana extraíble de agua de nuevo en el interior de la manga. Extendió los brazos y dio un paso más hacia Datsue.
—Oh, no, no somos unos santos, Datsue, y no todo lo que ocurrió fue por culpa tuya, o por culpa de Akame! —dijo—.Por supuesto, esas cosas ayudaron. Pero hay una diferencia importante entre tú y nosotros, aliado. —Dio un paso más. Ya sólo les separaban dos metros—. Nosotros reconocemos nuestras meteduras de pata, nos enfrentamos a las consecuencias y aprendemos de la experiencia. Tú, por el contrario, sólo conoces una forma de adaptarte a tus continuas y continuas liadas. Huir hacia delante. Volver a meter las piernas en el fango hasta las rodillas. Y salpicar a cuantos amigos y enemigos puedas de tu puta mierda. Pues bien, soy la viva representación de esos errores que has ido cometiendo. Aquí me tienes.
Daruu dio la espalda a Datsue y comenzó a caminar en dirección contraria. Tras dar unos cuatro o cinco tímidos pasos, se detuvo.
—¿Un sanguinario hijo de puta, eh...? En fin, creo que tú tampoco nos conoces demasiado, Datsue, es una lástima. Incluso si fuese un sanguinario, lo que no soy es un idiota, no voy a matarte. Somos aliados ahora, ¿no? Hay que preservar la paz, y todo eso. —Se encogió de hombros—. No obstante, sí que te tengo ganas, y quién no, ¿eh? A estas alturas, medio Oonindo te la tiene jurada. Normal. Comprensible.
»La verdad es que si intentase matarte, probablemente sería yo el que acabaría muerto. —El Mizu Bunshin giró el torso y la cabeza lentamente, para mirar a Datsue por encima del hombro. Sonreía. Daruu calculó que era el momento perfecto para hacerlo. El clon saboreó lentamente las siguientes palabras—: Sólo tienes que fijarte en ese demonio que sacaste contra Ayame para humillarla. Oye, por cierto —dijo—. ¿No decías que los demonios eran los de la Ribera del Sur? Sólo digo, ¿eh? Que igual... que igual tu puta madre tuvo un día un desliz con uno de ellos... y he aquí el resultado. —Extendió la mano hacia él, teatral.
Cuando entrenas a un ninja para combatir, quieres que aprenda a leer los movimientos del oponente con precisión. En eso, el Sharingan no tenía rival, pero la niebla de Daruu le impedía utilizarlo. Le obligas a tener en cuenta que un oponente oculto puede atacar por la espalda. Eso Datsue lo tenía controlado. Pero hay cosas para las que no puedes estar preparado nunca, y aquella era una de ellas. Porque Daruu podía haber atacado desde el aire: quizás Datsue estaba también vigilante. Pero el golpe vino desde abajo.
Vino cuando la estructura del puente se hizo añicos bajo sus pies y un torbellino de aguas furiosas le devoró como las fauces de un monstruo marino enviado por Susanoo. Cuando desgarró su piel, cuando le arrastró e hizo que el agua inundase sus pulmones. Cuando lo lanzó por los aires, golpeándolo contra madera y rocas que habían saltado de un monumento que ahora ya era en parte una ruina. Como si un géiser con la fuerza de un tsunami hubiera chocado contra él.
Porque Daruu se había movido bajo el puente mientras su clon se ocupaba de pagar a Datsue con la misma moneda que él se cobraba de las víctimas de sus continuas e incansables perfidias. Con palabras necias, hirientes y la lengua bífida de una serpiente armada con ponzoñas secretas de los más crueles demonios del Yomi. El real había formulado los sellos justo antes de despegarse del techo, y justo después de ingerir una píldora de soldado que iba a necesitar.
Ahora se precipitaba en caída libre, de espaldas, e intentaba atisbar entre los escombros si había dado en el blanco. Sonriendo. Disfrutando. Con las virutas de niebla restantes de la desactivación de su técnica rodeándole. Hábilmente, hizo estallar una ráfaga de chakra Suiton antes de llegar al río, para estabilizarse y frenar la caída, poniéndose de pie. Esquivó dos o tres restos de escombro de la parte de estructura que había destrozado.
—Oh, no, no somos unos santos, Datsue, y no todo lo que ocurrió fue por culpa tuya, o por culpa de Akame! —dijo—.Por supuesto, esas cosas ayudaron. Pero hay una diferencia importante entre tú y nosotros, aliado. —Dio un paso más. Ya sólo les separaban dos metros—. Nosotros reconocemos nuestras meteduras de pata, nos enfrentamos a las consecuencias y aprendemos de la experiencia. Tú, por el contrario, sólo conoces una forma de adaptarte a tus continuas y continuas liadas. Huir hacia delante. Volver a meter las piernas en el fango hasta las rodillas. Y salpicar a cuantos amigos y enemigos puedas de tu puta mierda. Pues bien, soy la viva representación de esos errores que has ido cometiendo. Aquí me tienes.
Daruu dio la espalda a Datsue y comenzó a caminar en dirección contraria. Tras dar unos cuatro o cinco tímidos pasos, se detuvo.
—¿Un sanguinario hijo de puta, eh...? En fin, creo que tú tampoco nos conoces demasiado, Datsue, es una lástima. Incluso si fuese un sanguinario, lo que no soy es un idiota, no voy a matarte. Somos aliados ahora, ¿no? Hay que preservar la paz, y todo eso. —Se encogió de hombros—. No obstante, sí que te tengo ganas, y quién no, ¿eh? A estas alturas, medio Oonindo te la tiene jurada. Normal. Comprensible.
»La verdad es que si intentase matarte, probablemente sería yo el que acabaría muerto. —El Mizu Bunshin giró el torso y la cabeza lentamente, para mirar a Datsue por encima del hombro. Sonreía. Daruu calculó que era el momento perfecto para hacerlo. El clon saboreó lentamente las siguientes palabras—: Sólo tienes que fijarte en ese demonio que sacaste contra Ayame para humillarla. Oye, por cierto —dijo—. ¿No decías que los demonios eran los de la Ribera del Sur? Sólo digo, ¿eh? Que igual... que igual tu puta madre tuvo un día un desliz con uno de ellos... y he aquí el resultado. —Extendió la mano hacia él, teatral.
«Táctica de desestabilización completada. Y ahora... ¡el truco final!»
¡¡CRAAAAASH
FUAAAAAAASH!!
FUAAAAAAASH!!
Cuando entrenas a un ninja para combatir, quieres que aprenda a leer los movimientos del oponente con precisión. En eso, el Sharingan no tenía rival, pero la niebla de Daruu le impedía utilizarlo. Le obligas a tener en cuenta que un oponente oculto puede atacar por la espalda. Eso Datsue lo tenía controlado. Pero hay cosas para las que no puedes estar preparado nunca, y aquella era una de ellas. Porque Daruu podía haber atacado desde el aire: quizás Datsue estaba también vigilante. Pero el golpe vino desde abajo.
Vino cuando la estructura del puente se hizo añicos bajo sus pies y un torbellino de aguas furiosas le devoró como las fauces de un monstruo marino enviado por Susanoo. Cuando desgarró su piel, cuando le arrastró e hizo que el agua inundase sus pulmones. Cuando lo lanzó por los aires, golpeándolo contra madera y rocas que habían saltado de un monumento que ahora ya era en parte una ruina. Como si un géiser con la fuerza de un tsunami hubiera chocado contra él.
Porque Daruu se había movido bajo el puente mientras su clon se ocupaba de pagar a Datsue con la misma moneda que él se cobraba de las víctimas de sus continuas e incansables perfidias. Con palabras necias, hirientes y la lengua bífida de una serpiente armada con ponzoñas secretas de los más crueles demonios del Yomi. El real había formulado los sellos justo antes de despegarse del techo, y justo después de ingerir una píldora de soldado que iba a necesitar.
Ahora se precipitaba en caída libre, de espaldas, e intentaba atisbar entre los escombros si había dado en el blanco. Sonriendo. Disfrutando. Con las virutas de niebla restantes de la desactivación de su técnica rodeándole. Hábilmente, hizo estallar una ráfaga de chakra Suiton antes de llegar al río, para estabilizarse y frenar la caída, poniéndose de pie. Esquivó dos o tres restos de escombro de la parte de estructura que había destrozado.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)