11/03/2019, 15:18
¿Qué ellos reconocían sus meteduras de pata? Pues todavía estaba esperando la carta de disculpa de Daruu. O, mejor, ¡la carta donde Ayame le agradecía haberla salvado de ser una asesina en masa! Aunque, claro, para los amejines igual aquello era un cumplido. ¡Igual hasta estaban enfadados por haber impedido que lograse semejante récord en una masacre!
«¡Ja! ¿Y soy yo el que huye hacia adelante? ¡Anda no me jodas!» Él había pagado por todas y cada una de sus meteduras de pata a precio de oro. Habían matado a Keisuke por su error. Le habían degradado. Media Kusa se había tirado a por él en el Chunin, en parte por sus malas decisiones, en parte porque simplemente estaban locos. ¿Qué no había afrontado las consecuencias, decía?
«¡Ni puta idea tienes, hijo de la gran puta!»
No obstante, había algo en lo que se equivocaba todavía más. Susano’o no era ningún demonio. Oh, no. Susano’o era su ángel de la guarda, y como siguiese tocándole los…
—¿No decías que los demonios eran los de la Ribera del Sur? Sólo digo, ¿eh? Que igual... que igual tu puta madre tuvo un día un desliz con uno de ellos... y he aquí el resultado.
—¡¿CÓMO TE ATREVES, HIJO DE LA GRAN…?!
Pero no pudo terminar la frase. La creciente ira que bullía en su interior como la lava de un volcán a punto de estallar fue rápidamente aplacada por el Dios del Mar. A Datsue le habían dado de su propia medicina… dos veces. ¿Cómo había podido dejarse engañar? ¡Le habían ganado en su propio terreno, en el de la provocación!
No supo si le dolió más eso, o el jodido geiser que se estampó contra su cuerpo y le cortó la respiración. Quizá fuese lo segundo. Ahora que notaba moratones en cada trozo de carne de su cuerpo, probablemente diría que...
Oh, sí, vaya que si era lo segundo. ¡Joder que si lo era!
Datsue se elevó veinte metros por encima del puente y luego cayó como un escombro más. Cada vez a más velocidad, precipitándose sobre el río. Pero incluso caer contra el agua era de un peligro mortal si se hacía desde semejante altura. En el último momento, Datsue giró en el aire y entró recto y de puntillas, con los brazos pegados el pecho, penetrando como un torpedo la superficie del río.
El impacto le cortó la respiración de nuevo, y por un momento creyó que iba a desmayarse del dolor. Sintió que la consciencia se le escapaba entre los dedos y que las profundas aguas del río le acogían como el abrazo de una amante. Cálido, suave, tan confortable que no quieres irte nunca.
«Pero yo no tengo tiempo para esto…»
Una chispa de rabia prendió su corazón, que por un momento no bombeó sangre, sino fuego. Daruu tenía que pagar. Por lo de Keisuke. Por lo de Akame. Por sus injurias. ¡Tenía que pagar y tenía que hacerlo ya! Sus músculos se tensaron. Sintió el calor recorriéndole las venas. La adrenalina llenándole de plenitud.
Iba a hacerlo. Iba a hacerlo. ¡Iba a…!
Datsue frunció el ceño y miró a un lado y a otro, extrañado. ¿Había oído aquello? ¿O tan solo eran imaginaciones suyas?
Era Akame… ¡Era Akame! Pero, ¿cómo? ¿Dónde? No sonaba lejano, sino que parecía hablar desde su propio interior. Era como cuando… Como cuando Shukaku le hablaba.
Negó con la cabeza. No, aquello era distinto. La voz no nacía del sello de su estómago. Nacía de… su corazón.
Fue entonces cuando lo recordó. Recordó el combate contra su Hermano, en el Valle del Fin. Cómo había quedado sumergido bajo el agua, exactamente como aquella vez, y cómo se había dejado llevar por la ira. En aquella ocasión, casi lo pierde todo por ello. De no ser por Akame, lo hubiese hecho.
Pero Akame ya no estaba allí para salvarle el culo.
«Tienes razón, Hermano. Pérdoname». Datsue no lloró, pues el agua se encargó de arrastrar con ella la única prueba de su pecado: una lágrima solitaria.
Daruu vería entonces a Datsue saliendo de la superficie. Muy malherido, tosiendo y escupiendo agua y apenas consiguiendo ponerse en pie haciendo uso del chakra. Se restregó los labios con una mano y escupió un esputo sanguinolento.
—¿Sabes? —Vale, quizá no debía dejarse llevar por la ira. Pero Datsue seguía siendo Datsue—. Pegas como un kusajin.
Esperaba que le hubiese dolido, pues no se le ocurría insulto más grave.
—Estás contento, ¿eh? Daruu, déjame preguntarte algo —continuó, mientras trataba de recobrar el aliento—. ¿Qué pensaría tu madre, al ver que usas sus ojos para consumar venganzas? Joder, ni siquiera te contentaste con tener uno de sus ojos, ¿eh? Tuviste que dejarla ciega del todo para sentirte lleno de nuevo. ¿Y dices que tú asumes las consecuencias? ¡Pero si a ti te lo dan todo masticadito, hijo de la gran puta!
Y, como sabía que podía haber tocado alguna fibra sensible, su mano desenvainó el ninjato que llevaba en la cintura. El acero silbó en el aire y apuntó al corazón de Daruu.
Estaba preparado.
1 AO
«¡Ja! ¿Y soy yo el que huye hacia adelante? ¡Anda no me jodas!» Él había pagado por todas y cada una de sus meteduras de pata a precio de oro. Habían matado a Keisuke por su error. Le habían degradado. Media Kusa se había tirado a por él en el Chunin, en parte por sus malas decisiones, en parte porque simplemente estaban locos. ¿Qué no había afrontado las consecuencias, decía?
«¡Ni puta idea tienes, hijo de la gran puta!»
No obstante, había algo en lo que se equivocaba todavía más. Susano’o no era ningún demonio. Oh, no. Susano’o era su ángel de la guarda, y como siguiese tocándole los…
—¿No decías que los demonios eran los de la Ribera del Sur? Sólo digo, ¿eh? Que igual... que igual tu puta madre tuvo un día un desliz con uno de ellos... y he aquí el resultado.
—¡¿CÓMO TE ATREVES, HIJO DE LA GRAN…?!
Pero no pudo terminar la frase. La creciente ira que bullía en su interior como la lava de un volcán a punto de estallar fue rápidamente aplacada por el Dios del Mar. A Datsue le habían dado de su propia medicina… dos veces. ¿Cómo había podido dejarse engañar? ¡Le habían ganado en su propio terreno, en el de la provocación!
No supo si le dolió más eso, o el jodido geiser que se estampó contra su cuerpo y le cortó la respiración. Quizá fuese lo segundo. Ahora que notaba moratones en cada trozo de carne de su cuerpo, probablemente diría que...
Oh, sí, vaya que si era lo segundo. ¡Joder que si lo era!
Datsue se elevó veinte metros por encima del puente y luego cayó como un escombro más. Cada vez a más velocidad, precipitándose sobre el río. Pero incluso caer contra el agua era de un peligro mortal si se hacía desde semejante altura. En el último momento, Datsue giró en el aire y entró recto y de puntillas, con los brazos pegados el pecho, penetrando como un torpedo la superficie del río.
El impacto le cortó la respiración de nuevo, y por un momento creyó que iba a desmayarse del dolor. Sintió que la consciencia se le escapaba entre los dedos y que las profundas aguas del río le acogían como el abrazo de una amante. Cálido, suave, tan confortable que no quieres irte nunca.
«Pero yo no tengo tiempo para esto…»
Una chispa de rabia prendió su corazón, que por un momento no bombeó sangre, sino fuego. Daruu tenía que pagar. Por lo de Keisuke. Por lo de Akame. Por sus injurias. ¡Tenía que pagar y tenía que hacerlo ya! Sus músculos se tensaron. Sintió el calor recorriéndole las venas. La adrenalina llenándole de plenitud.
Iba a hacerlo. Iba a hacerlo. ¡Iba a…!
«¿Acaso no aprendiste nada?»
Datsue frunció el ceño y miró a un lado y a otro, extrañado. ¿Había oído aquello? ¿O tan solo eran imaginaciones suyas?
«¿Acaso mi muerte no sirvió de nada?»
Era Akame… ¡Era Akame! Pero, ¿cómo? ¿Dónde? No sonaba lejano, sino que parecía hablar desde su propio interior. Era como cuando… Como cuando Shukaku le hablaba.
Negó con la cabeza. No, aquello era distinto. La voz no nacía del sello de su estómago. Nacía de… su corazón.
Fue entonces cuando lo recordó. Recordó el combate contra su Hermano, en el Valle del Fin. Cómo había quedado sumergido bajo el agua, exactamente como aquella vez, y cómo se había dejado llevar por la ira. En aquella ocasión, casi lo pierde todo por ello. De no ser por Akame, lo hubiese hecho.
Pero Akame ya no estaba allí para salvarle el culo.
«Tienes razón, Hermano. Pérdoname». Datsue no lloró, pues el agua se encargó de arrastrar con ella la única prueba de su pecado: una lágrima solitaria.
Daruu vería entonces a Datsue saliendo de la superficie. Muy malherido, tosiendo y escupiendo agua y apenas consiguiendo ponerse en pie haciendo uso del chakra. Se restregó los labios con una mano y escupió un esputo sanguinolento.
—¿Sabes? —Vale, quizá no debía dejarse llevar por la ira. Pero Datsue seguía siendo Datsue—. Pegas como un kusajin.
Esperaba que le hubiese dolido, pues no se le ocurría insulto más grave.
—Estás contento, ¿eh? Daruu, déjame preguntarte algo —continuó, mientras trataba de recobrar el aliento—. ¿Qué pensaría tu madre, al ver que usas sus ojos para consumar venganzas? Joder, ni siquiera te contentaste con tener uno de sus ojos, ¿eh? Tuviste que dejarla ciega del todo para sentirte lleno de nuevo. ¿Y dices que tú asumes las consecuencias? ¡Pero si a ti te lo dan todo masticadito, hijo de la gran puta!
Y, como sabía que podía haber tocado alguna fibra sensible, su mano desenvainó el ninjato que llevaba en la cintura. El acero silbó en el aire y apuntó al corazón de Daruu.
Estaba preparado.
1 AO
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado