19/03/2019, 21:32
Oh, por supuesto, había sido un gran acierto prestar atención a sus manos. El dedo de Datsue se movió, y con él, Daruu supo que el shuriken que había lanzado antes se clavaría en su espalda. Aún así, no se movió. Se mantuvo impasible, apretando los dientes. Que viniese. ¡Que viniese, que él seguiría pegado a aquél mamonazo! Pero no, oh no, la estrella metálica no se clavó en él hasta algún tiempo después. En su lugar, empezó a dar vueltas alrededor de ellos. Atándolos. Perfecto.
Solucionarían sus diferencias.
Para su sorpresa, aquél loco desquiciado lo había hecho también. Había dejado que la espada de Daruu atravesase la suya y se había dejado herir. El filo de Daruu se clavó en el hombro de Datsue. Un buen tajo. Pero el otro no se iba a quedar atrás, y con la hoja rota se lanzó hacia adelante, al tiempo que lo atraía hacia él. Daruu soltó el mango de su espada al instante, de un sobresalto. Pero no podía apartarse. El amejin agarró el filo de su oponente con ambas manos, su espada oculta aún incapaz de retirarse, pegada a Datsue. Gritó, gritó de dolor porque la hoja quebrada cortó sus manos y también parte de su costado como si fuera mantequilla. Pero apretó con fuerza y se mantuvo junto a él.
—¡¡AAAAAAAAAAGHHH!!
El shuriken que había lanzado Datsue se clavó también en él, pero con tanto dolor Daruu ni siquiera lo había notado. Ahora estaban abrazados como dos amantes. Y como un amante, Datsue le dedicó algunas palabras más.
—No fue por egoísmo —le susurró al oído, mientras sentía cómo la vida se le escapaba entre los dedos, entumecidos—. Podía haber fingido, podía haber hecho como que ya había olvidado todo y hacer las paces con ella. Pero eso hubiese sido vendar una herida infectada. Por fuera, aparentemente curada. Por dentro, sigue pudriéndose y matándote.
»Yo le eché alcohol —se esforzó por continuar. Tenía frío. Mucho frío—. Sí, duele más al principio, ¡pero era la única forma de arreglarlo de verdad! Así hice con mi Hermano, cuando le jodí con aquella revista en el torneo. Así hice con Kaido, como te prometí. Y así iba a hacer con ella. Cómo coño iba a saber yo que era la jodida Jinchuuriki, ¿eh?
Datsue se abrazó con todavía más fuerza a él, como si fuese un viejo amante al que no quería dejar escapar.
—Al final conseguiste herir a un Hermano del Desierto con una de esas, ¿huh? —Al Hermano pequeño. Al Hermano débil—. Pero no te voy a dar la satisfacción de que me mates… —masculló con rabia. Él era el Intrépido. El Matakages. Incluso en sus últimos momentos, tenía una reputación que mantener—. Si voy a morir…
Daruu notó como las manos de él se entrelazaban tras su espalda. Serpiente. Dragón. Liebre. Tigre.
—¡¡¡Lo haré bajo mis propios tér-...!!!
—¡¡NO!!
No. No, Uchiha Datsue. Basta de hacer las cosas bajo tus propios términos. Daruu pensó que ya habían sido suficientes las situaciones en las que todo se había hecho bajo sus términos. El muchacho levantó el pie.
Ellos ya se habían enfrentado antes. En aquella ocasión, apenas se conocían. Fue durante un torneo, en el Valle de los Dojos.
En aquél entonces, también se habían utilizado shurikens, e hilos.
Y Daruu también había terminado con aquella técnica.
Dio un pisotón en el agua del río, llamando a Susanoo. Y Susanoo respondió de nuevo, obediente pero molesto por tanta invocación.
¡¡BOOM!!
Un enorme estallido les golpeó, como ya había pasado en el torneo, y los lanzó por los aires. Rompió el hilo metálico, mandó el shuriken a volar, separó la espada de Daruu del hombro de Datsue e hizo al amejin soltar el filo roto del otro. Los separó a cada uno en una dirección, malheridos, y les hizo caer al agua.
Daruu se hundió, dejando una preocupante mancha roja tras de sí. Se agarró el costado, mordiéndose el labio y haciéndose sangre también.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)