22/03/2019, 15:43
¿Akame, cercano a él? Eso era como decir que en el País del Viento llovía poco. O que los ribereños del sur eran todos unos cabrones. O, mejor, que los kusareños tenían dificultades para combatir. Todas ellas verdades, sí, pero que apenas rascaban la superficie.
No, Akame había sido mucho más que alguien cercano para él. Había sido su compañero de batallas. Había sido su camarada. Su compañero de juergas —oh, sí, cuando se le convencía de escapar de sus palizas diarias a las que él llamaba entrenamientos, Akame era el mejor compadre de fiesta que uno podía desear—. También su confidente. También la única persona que le había entendido y aceptado tal y como era. En definitiva, Akame había sido…
… su hermano. Pero no porque Shukaku decidiese un día bautizarles con aquel apodo. Había sido su hermano de verdad.
Lo había sido, sí, hasta que un día un bijū y sus secuaces decidieron cortar el lazo. Y, en ese preciso momento, los nueve habían firmado también un pacto. Un pacto inquebrantable, tal y como se había forjado La Alianza. Un pacto con la mismísima Izanami. Ellos le habían arrebatado a su emisario en la tierra, y solo había un precio a pagar por eso.
A Datsue no le importaba si era por sus manos o por las de otro. No importaba el cuándo, ni el cómo, ni el dónde. Lo único que podía consolarle en aquellos instantes, era la certeza y determinación absoluta, de que terminarían pagando el precio.
Enfocó de nuevo la mirada, y vio la mano de Daruu, de nuevo extendida hacia él. Frunció los labios. Una ristra de viejas venganzas y rencor acumulado pasaron por delante de sus ojos. En su oído, en cambio, escuchaba a Hanabi. En su corazón, sentía a Akame. Y a Shiona.
Extendió la mano…
… y se la estrechó.
Era hora de madurar. Aunque solo fuese un poquito.
—Sí… Eso estaría bien —reconoció. Pero para volver a ser como antes...—. Supongo que para no cometer los errores del pasado, debería decirte que… Ehmm... Pues que, bueno, que en medio del combate te coloqué un sello. —Sí, suponía que era lo mejor. Para evitar posibles confusiones futuras.
No, Akame había sido mucho más que alguien cercano para él. Había sido su compañero de batallas. Había sido su camarada. Su compañero de juergas —oh, sí, cuando se le convencía de escapar de sus palizas diarias a las que él llamaba entrenamientos, Akame era el mejor compadre de fiesta que uno podía desear—. También su confidente. También la única persona que le había entendido y aceptado tal y como era. En definitiva, Akame había sido…
… su hermano. Pero no porque Shukaku decidiese un día bautizarles con aquel apodo. Había sido su hermano de verdad.
Lo había sido, sí, hasta que un día un bijū y sus secuaces decidieron cortar el lazo. Y, en ese preciso momento, los nueve habían firmado también un pacto. Un pacto inquebrantable, tal y como se había forjado La Alianza. Un pacto con la mismísima Izanami. Ellos le habían arrebatado a su emisario en la tierra, y solo había un precio a pagar por eso.
A Datsue no le importaba si era por sus manos o por las de otro. No importaba el cuándo, ni el cómo, ni el dónde. Lo único que podía consolarle en aquellos instantes, era la certeza y determinación absoluta, de que terminarían pagando el precio.
Enfocó de nuevo la mirada, y vio la mano de Daruu, de nuevo extendida hacia él. Frunció los labios. Una ristra de viejas venganzas y rencor acumulado pasaron por delante de sus ojos. En su oído, en cambio, escuchaba a Hanabi. En su corazón, sentía a Akame. Y a Shiona.
Extendió la mano…
… y se la estrechó.
Era hora de madurar. Aunque solo fuese un poquito.
—Sí… Eso estaría bien —reconoció. Pero para volver a ser como antes...—. Supongo que para no cometer los errores del pasado, debería decirte que… Ehmm... Pues que, bueno, que en medio del combate te coloqué un sello. —Sí, suponía que era lo mejor. Para evitar posibles confusiones futuras.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado