23/03/2019, 22:59
Si intentas huir de tus problemas, te alcanzan. No supo por qué, pero aquella frase le llegó a lo más profundo de su alma. Seguramente, porque era algo que llevaba haciendo casi toda su vida. Desde el mismo momento en que, de crío, había huido de la Ribera del Norte al descubrir una verdad inaceptable sobre su madre y… su padre.
Sacudió la cabeza. No era momento de pensar en ellos.
Y Daruu tenía razón. Era vital trabajar juntos para derrocar a los Generales. «Derrotarles no. Reventarles el puto pescuezo. Arrancarles los ojos para dárselos de comer a los cuervos y colgar sus cuerpos putrefactos de las ramas del puto árbol más alto», pensó, recordando las palabras del Gran Shukaku. Nunca había deseado tanto cumplirle un capricho al Ichibi.
Aunque opinar que debían hacer fuerza juntos no quería decir que estuviese contento con Amegakure como institución. O, más bien, con sus dirigentes. A la hija de puta de Yui no iba a perdonarla en la puta vida. Eso lo tenía claro.
No obstante, Ayame era otra cosa. Una Jinchuuriki, como él. Como lo había sido su Hermano. Les gustase o no, aquello, de algún modo, les unía. Solo ellos sabían lo que era ser el Guardián de un Bijuu. El cómo te miraba la gente. La desconfianza, el miedo, o incluso rechazo, que se reflejaba en su expresión corporal cada vez que les veían.
Y, además de todo eso, ahora eran los objetivos de Kurama. Si querían pasar de presa a depredador, mejor sería que empezasen a trabajar. Y para eso…
—No, no es estúpido, Daruu. En realidad es muy buena idea. Los dos sabemos que no se me da bien hacer las paces con nadie. Al menos no… hablando. —¿Tener al novio haciéndole de guía? Joder, era el mejor plan que había oído en su vida—. Tendrías que avisarme para poder concretar un sitio. Aunque, ni comprándote un comunicador, existe en el mercado uno tan bueno que cubra semejante distancia. Por no hablar de que tienen una batería de mierda y como la conversación se alargue se nos va a la mierda. Una pena que no podamos llamarnos por teléfono —añadió, en referencia al invento de Amegakure—. Creo que solo queda una opción…
«Hmm…» No le hacía especial gracia, compartir aquella técnica con un amejin. Por mucha reconciliación que se hubiese dado. Pero, quizá, aquella era una semilla. Todavía no sabía si florecería o no, pero al menos estaba ahí.
Si algún día Daruu se encontraba con un General…
Si tuviese alguna forma de comunicárselo o incluso transportarle hasta allí…
Entonces, y solo entonces, la semilla habría germinado. Y habría dado un paso más hacia su venganza.
—Sí —se reafirmó, ahora sin dudas—. Tendremos que usar mi teléfono personal. Verás, Daruu. —Iba a intentar resumírselo rápido—. He desarrollado una técnica que me permite comunicarme con cualquier persona a la que esté conectada. Sin necesidad de cables ni marcar ningún número. Es como llevar un comunicador encima, pero sin límite de distancia y sin la lata de tener que recargarlo.
Sacudió la cabeza. No era momento de pensar en ellos.
Y Daruu tenía razón. Era vital trabajar juntos para derrocar a los Generales. «Derrotarles no. Reventarles el puto pescuezo. Arrancarles los ojos para dárselos de comer a los cuervos y colgar sus cuerpos putrefactos de las ramas del puto árbol más alto», pensó, recordando las palabras del Gran Shukaku. Nunca había deseado tanto cumplirle un capricho al Ichibi.
Aunque opinar que debían hacer fuerza juntos no quería decir que estuviese contento con Amegakure como institución. O, más bien, con sus dirigentes. A la hija de puta de Yui no iba a perdonarla en la puta vida. Eso lo tenía claro.
No obstante, Ayame era otra cosa. Una Jinchuuriki, como él. Como lo había sido su Hermano. Les gustase o no, aquello, de algún modo, les unía. Solo ellos sabían lo que era ser el Guardián de un Bijuu. El cómo te miraba la gente. La desconfianza, el miedo, o incluso rechazo, que se reflejaba en su expresión corporal cada vez que les veían.
Y, además de todo eso, ahora eran los objetivos de Kurama. Si querían pasar de presa a depredador, mejor sería que empezasen a trabajar. Y para eso…
—No, no es estúpido, Daruu. En realidad es muy buena idea. Los dos sabemos que no se me da bien hacer las paces con nadie. Al menos no… hablando. —¿Tener al novio haciéndole de guía? Joder, era el mejor plan que había oído en su vida—. Tendrías que avisarme para poder concretar un sitio. Aunque, ni comprándote un comunicador, existe en el mercado uno tan bueno que cubra semejante distancia. Por no hablar de que tienen una batería de mierda y como la conversación se alargue se nos va a la mierda. Una pena que no podamos llamarnos por teléfono —añadió, en referencia al invento de Amegakure—. Creo que solo queda una opción…
«Hmm…» No le hacía especial gracia, compartir aquella técnica con un amejin. Por mucha reconciliación que se hubiese dado. Pero, quizá, aquella era una semilla. Todavía no sabía si florecería o no, pero al menos estaba ahí.
Si algún día Daruu se encontraba con un General…
Si tuviese alguna forma de comunicárselo o incluso transportarle hasta allí…
Entonces, y solo entonces, la semilla habría germinado. Y habría dado un paso más hacia su venganza.
—Sí —se reafirmó, ahora sin dudas—. Tendremos que usar mi teléfono personal. Verás, Daruu. —Iba a intentar resumírselo rápido—. He desarrollado una técnica que me permite comunicarme con cualquier persona a la que esté conectada. Sin necesidad de cables ni marcar ningún número. Es como llevar un comunicador encima, pero sin límite de distancia y sin la lata de tener que recargarlo.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado