25/03/2019, 23:40
—Excelente, Chokichi-san. Eres el verdadero héroe que esta Villa necesita.
¿Qué diría aquel muchacho cuando le preguntaran de dónde había sacado las fotos?
¿Quién se las había dado?
¿Cómo había pillado a Akame infraganti?
¡Nadie tendría que inventarse nada! Los celos y la envidia de aquel joven pelirrojo le habían hecho todo el trabajo a Kunie. Casi le daban ganas de tocarle las palmas si no fuera porque ella despreciaba a los que eran como aquel Hōzuki. Ruines, envidiosos, maquiavélicos. Siempre conspirando a la sombra de otros más grandes que ellos. Siempre tratando de conseguir, por cualquier medio posible, lo que ellos creían que era suyo por derecho propio sin que hubiesen hecho méritos para lograrlo. Y sin embargo, ese tipo de personas eran necesarias en el mundo también pues, a veces, eran capaces de redimirse sirviendo a una causa mucho más noble y justa que sus delirios personales.
Cuando Chokichi hubiera pasado aquellas fotos a la oficina del Uzukage, sería cuestión de horas que Akame fuese apresado. Entonces tocaría hacer control de daños, pero Kunie ya tenía planeado aquello; como siempre. Porque, ¿cómo iba Datsue El Intrépido a dejar que su Hermano se pudriera en una celda?
La mujer sonrió. Luego le dedicó una última mirada al verdugo de Uchiha Akame y se dio media vuelta, perdiéndose entre las sombras de la calle.
¿Qué diría aquel muchacho cuando le preguntaran de dónde había sacado las fotos?
¿Quién se las había dado?
¿Cómo había pillado a Akame infraganti?
¡Nadie tendría que inventarse nada! Los celos y la envidia de aquel joven pelirrojo le habían hecho todo el trabajo a Kunie. Casi le daban ganas de tocarle las palmas si no fuera porque ella despreciaba a los que eran como aquel Hōzuki. Ruines, envidiosos, maquiavélicos. Siempre conspirando a la sombra de otros más grandes que ellos. Siempre tratando de conseguir, por cualquier medio posible, lo que ellos creían que era suyo por derecho propio sin que hubiesen hecho méritos para lograrlo. Y sin embargo, ese tipo de personas eran necesarias en el mundo también pues, a veces, eran capaces de redimirse sirviendo a una causa mucho más noble y justa que sus delirios personales.
Cuando Chokichi hubiera pasado aquellas fotos a la oficina del Uzukage, sería cuestión de horas que Akame fuese apresado. Entonces tocaría hacer control de daños, pero Kunie ya tenía planeado aquello; como siempre. Porque, ¿cómo iba Datsue El Intrépido a dejar que su Hermano se pudriera en una celda?
La mujer sonrió. Luego le dedicó una última mirada al verdugo de Uchiha Akame y se dio media vuelta, perdiéndose entre las sombras de la calle.