26/03/2019, 21:33
La morriña.
Melancolía. Tristeza. Añoranza… Todas ellas se aproximaban bastante a lo que sentía Datsue en aquellos momentos, pero ninguna acertaba tan en el blanco como aquella. Sí, Datsue tenía morriña. Por su pueblo natal. Por sus antiguos vecinos y amigos.
Por sus padres.
Recientemente, Datsue había hecho las paces con Daruu. Y este le había dicho una frase lapidaria, que llegó a lo más profundo de su ser: cuando tienes problemas, siempre huyes hacia adelante. Tenía razón. Demasiada. Lo había hecho desde pequeño, desde que se fugó de casa, sin despedirse ni mirar atrás. Ahora, con su Hermano muerto, y Aiko que parecía estar mejor a su aire que con él, el Uchiha estaba pasando por uno de sus peores baches.
Por eso, cuando Daruu le informó por el sello de la Hermandad Intrépida que Ayame iba a estar por Tane-Shigai, lo vio como una señal. Se pasó un día buscándola sin suerte por la ciudad, y luego, sus pasos le llevaron hasta el Árbol Sagrado.
Allí —según le habían contado—, su madre le había llevado al mes de nacer. Para bautizarle. Aunque ella le llamaba omiyamairi, un tradicional ritual que consistía en presentar a tu retoño al Árbol Sagrado. Para pedirle que creciese sano, fuerte y feliz. Para celebrar su nacimiento.
Y ahí se había quedado, colgado de una de las ramas más bajas —que, sin duda, sería condenadamente alta para cualquier árbol normal— sin saber qué hacer. Sin atreverse a dar ese último paso y dirigirse hacia la Ribera del Norte. Llevaba allí mucho tiempo, seguramente más de dos horas, cuando distinguió una muchacha en la lejanía bajando de la colina de en frente. Caminaba con pasos de cervatillo, con cautela, y sus cabellos azabaches ondulaban al son del viento.
El Uchiha se levantó y, con cuidado, se aproximó hasta el extremo de la rama, que era tan larga que se suspendía por encima del río. Luego, se agachó y frunció el ceño. ¿Sus ojos le estaban engañando? ¿O acaso aquella no era…?
Sí, tenía que serlo.
Solo alcanzó a decir una cosa:
—Llueve nueve. —Un susurro que se lo llevaría el viento, a muchos, muchos kilómetros de distancia.
Melancolía. Tristeza. Añoranza… Todas ellas se aproximaban bastante a lo que sentía Datsue en aquellos momentos, pero ninguna acertaba tan en el blanco como aquella. Sí, Datsue tenía morriña. Por su pueblo natal. Por sus antiguos vecinos y amigos.
Por sus padres.
Recientemente, Datsue había hecho las paces con Daruu. Y este le había dicho una frase lapidaria, que llegó a lo más profundo de su ser: cuando tienes problemas, siempre huyes hacia adelante. Tenía razón. Demasiada. Lo había hecho desde pequeño, desde que se fugó de casa, sin despedirse ni mirar atrás. Ahora, con su Hermano muerto, y Aiko que parecía estar mejor a su aire que con él, el Uchiha estaba pasando por uno de sus peores baches.
Por eso, cuando Daruu le informó por el sello de la Hermandad Intrépida que Ayame iba a estar por Tane-Shigai, lo vio como una señal. Se pasó un día buscándola sin suerte por la ciudad, y luego, sus pasos le llevaron hasta el Árbol Sagrado.
Allí —según le habían contado—, su madre le había llevado al mes de nacer. Para bautizarle. Aunque ella le llamaba omiyamairi, un tradicional ritual que consistía en presentar a tu retoño al Árbol Sagrado. Para pedirle que creciese sano, fuerte y feliz. Para celebrar su nacimiento.
Y ahí se había quedado, colgado de una de las ramas más bajas —que, sin duda, sería condenadamente alta para cualquier árbol normal— sin saber qué hacer. Sin atreverse a dar ese último paso y dirigirse hacia la Ribera del Norte. Llevaba allí mucho tiempo, seguramente más de dos horas, cuando distinguió una muchacha en la lejanía bajando de la colina de en frente. Caminaba con pasos de cervatillo, con cautela, y sus cabellos azabaches ondulaban al son del viento.
El Uchiha se levantó y, con cuidado, se aproximó hasta el extremo de la rama, que era tan larga que se suspendía por encima del río. Luego, se agachó y frunció el ceño. ¿Sus ojos le estaban engañando? ¿O acaso aquella no era…?
Sí, tenía que serlo.
Solo alcanzó a decir una cosa:
—Llueve nueve. —Un susurro que se lo llevaría el viento, a muchos, muchos kilómetros de distancia.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado