26/03/2019, 21:53
Akame rodó los ojos y negó con la cabeza, todavía con el pitillo entre los labios —del que salía una fina columnilla de humo gris—, al oír a su sensei mencionar el tema de Aiko. «¿¡Todavía sigues empeñado en esta tontería, joder!?» quiso gritarle a su Hermano, y de tenerlo enfrente probablemente lo hubiese hecho. La noticia de que después de todo lo que había ocurrido por culpa de aquel loco empeño de Datsue, este todavía seguía buscando alguna manera de rescatar a su "amada" hacía que al bueno de Akame le ardiesen las entrañas. Como El Profesional que era, no comprendía cómo un ninja tan inteligente y leal a Uzu como Datsue podía ser tan irresponsable de poner sus propios intereses por encima del bienestar del Remolino, sobretodo si se trataba de una cuestión —a juicio del jōnin— tan infantil y banal como un rollete de Verano.
—Por los cuernos de Susano'o... —masculló el Uchiha—. Esto es... Muy embarazoso, Raito-sensei. Si quiere puedo volver a hablar con él cuando vuelva de la misión, intentar que entre en razón.
¿Era eso lo que su veterano maestro había ido allí a contarle? ¿Quizás un nuevo y desesperado intento por hacer que el menor de los Hermanos del Desierto entrase en razón? Akame pensaba que sí; equivocadamente, claro. La pregunta que sobrevino a aquella revelación no hizo más que empujar sus conclusiones en aquella —errónea— dirección.
—¿A qué te refieres? —inquirió el Uchiha—. Pues... Bueno, supongo que sí. Últimamente Datsue-kun ha pasado bastante tiempo con otros ninjas más jóvenes, y yo no he estado ocioso precisamente. Pero todavía seguimos siendo el dúo más famoso de Uzu no Kuni, no te preocupes, Raito-sensei. No habrá amejin ni kusajin que pueda con nosotros —agregó, con una sonrisa y dándole otra pitada a su cigarro—. De hecho, estoy a punto de hacer un gran avance en mi entrenamiento, Raito-sensei... Estoy a punto de dominar el Susano'o.
Era cierto que los jóvenes jinchuuriki no habían coincidido mucho. Desde el Examen de Chuunin, Akame había estado más solicitado que nunca en la oficina del Uzukage. Datsue, por su parte, se había dedicado a pasar más tiempo con los shinobi más principiantes de la Aldea. El hecho de que las pesadillas de Shukaku se hubieran agravado y que ambos tuvieran que pasarse la noche drogados hasta las cejas para poder dormir no había contribuído a mejorar las cosas para ninguno de los dos, pero aun así, los Hermanos seguían siendo hermanos. O eso quería creer Akame.
—Por los cuernos de Susano'o... —masculló el Uchiha—. Esto es... Muy embarazoso, Raito-sensei. Si quiere puedo volver a hablar con él cuando vuelva de la misión, intentar que entre en razón.
¿Era eso lo que su veterano maestro había ido allí a contarle? ¿Quizás un nuevo y desesperado intento por hacer que el menor de los Hermanos del Desierto entrase en razón? Akame pensaba que sí; equivocadamente, claro. La pregunta que sobrevino a aquella revelación no hizo más que empujar sus conclusiones en aquella —errónea— dirección.
—¿A qué te refieres? —inquirió el Uchiha—. Pues... Bueno, supongo que sí. Últimamente Datsue-kun ha pasado bastante tiempo con otros ninjas más jóvenes, y yo no he estado ocioso precisamente. Pero todavía seguimos siendo el dúo más famoso de Uzu no Kuni, no te preocupes, Raito-sensei. No habrá amejin ni kusajin que pueda con nosotros —agregó, con una sonrisa y dándole otra pitada a su cigarro—. De hecho, estoy a punto de hacer un gran avance en mi entrenamiento, Raito-sensei... Estoy a punto de dominar el Susano'o.
Era cierto que los jóvenes jinchuuriki no habían coincidido mucho. Desde el Examen de Chuunin, Akame había estado más solicitado que nunca en la oficina del Uzukage. Datsue, por su parte, se había dedicado a pasar más tiempo con los shinobi más principiantes de la Aldea. El hecho de que las pesadillas de Shukaku se hubieran agravado y que ambos tuvieran que pasarse la noche drogados hasta las cejas para poder dormir no había contribuído a mejorar las cosas para ninguno de los dos, pero aun así, los Hermanos seguían siendo hermanos. O eso quería creer Akame.