26/03/2019, 22:48
El jōnin, que ya preveía ese comentario por parte de su mentor, esbozó una sonrisa traviesa y alzó un dedo objetor. Quitándose el cigarrillo de los labios, Akame replicó con cierto aire de suficiencia.
—¿Ese Susano'o? Ah no, no, no... Raito-sensei, yo me refería al verdadero poder del Susano'o. Estoy a punto de perfeccionarlo más allá de la burda versión del esqueleto. Sólo necesito un poco más de tiempo.
Ambos Uchiha continuaron fumando plácidamente. Akame también disfrutaba de aquellos silencios con su maestro; Raito era de esa clase de personas que no hacía incómodos los momentos carentes de palabras, sino que los llenaba con su aire siempre místico, cargado de incógnitas por resolver. De historias por conocer. De anécdotas que contar.
De repente, el veterano jōnin apuró su tabaco y apremió a su pupilo. Akame alzó una ceja, sorprendido pero no mucho. Si bien era cierto que normalmente las misiones y otras cuestiones se resolvían en horario laboral, los ninjas de alto rango nunca estaban fuera de servicio. «Si Raito-sensei ha venido a buscarme a casa, y a estas horas, debe ser algo realmente importante», dedujo el Uchiha. Apuró su propio cigarrillo y lo lanzó hacia el cenicero que fronteaba la entrada, sobre una pequeña mesita de recibidor.
—Claro, Raito-sensei. Deme sólo un momento —pidió Akame, para acto seguido darse media vuelta y tomar su espada. Con un movimiento muy ensayado se colocó la funda bandolera, luego comprobó que todos los elementos de su indumentaria estaban en orden, y sacó las llaves del apartamento de uno de los bolsillos de su chaqueta—. Listo.
Akame esperó a que Raito saliera y luego le imitó, cerrando la puerta de su piso con llave. Mientras bajaban las escaleras, el jōnin preguntó a su maestro con cierta excitación.
—¿De qué se trata, Raito-sensei? ¿Ha habido alguna novedad respecto a la Lluvia o la Hierba?
—¿Ese Susano'o? Ah no, no, no... Raito-sensei, yo me refería al verdadero poder del Susano'o. Estoy a punto de perfeccionarlo más allá de la burda versión del esqueleto. Sólo necesito un poco más de tiempo.
Ambos Uchiha continuaron fumando plácidamente. Akame también disfrutaba de aquellos silencios con su maestro; Raito era de esa clase de personas que no hacía incómodos los momentos carentes de palabras, sino que los llenaba con su aire siempre místico, cargado de incógnitas por resolver. De historias por conocer. De anécdotas que contar.
De repente, el veterano jōnin apuró su tabaco y apremió a su pupilo. Akame alzó una ceja, sorprendido pero no mucho. Si bien era cierto que normalmente las misiones y otras cuestiones se resolvían en horario laboral, los ninjas de alto rango nunca estaban fuera de servicio. «Si Raito-sensei ha venido a buscarme a casa, y a estas horas, debe ser algo realmente importante», dedujo el Uchiha. Apuró su propio cigarrillo y lo lanzó hacia el cenicero que fronteaba la entrada, sobre una pequeña mesita de recibidor.
—Claro, Raito-sensei. Deme sólo un momento —pidió Akame, para acto seguido darse media vuelta y tomar su espada. Con un movimiento muy ensayado se colocó la funda bandolera, luego comprobó que todos los elementos de su indumentaria estaban en orden, y sacó las llaves del apartamento de uno de los bolsillos de su chaqueta—. Listo.
Akame esperó a que Raito saliera y luego le imitó, cerrando la puerta de su piso con llave. Mientras bajaban las escaleras, el jōnin preguntó a su maestro con cierta excitación.
—¿De qué se trata, Raito-sensei? ¿Ha habido alguna novedad respecto a la Lluvia o la Hierba?