27/03/2019, 17:16
Fue entonces cuando lo vio. ¿O quizás lo escuchó antes? Ayame no podría haberlo asegurado:
Una sombra surcaba los cielos como un halcón, en un arco perfecto en dirección a las aguas del río, que le recibieron con un sonoro chapuzón cuando el desconocido se zambulló con los brazos por delante. Ayame, alarmada, se había levantado de golpe y ahora esperaba a que volviera a emerger, kunai en mano y el corazón palpitándole en la garganta. Nunca se sabía. Fue al cabo de varios segundos cuando el recién llegado sacó la cabeza fuera del agua, sacudiéndola con energía y apartándose el agua de los ojos restregándose la cara.
—Oh... no... —murmuró Ayame, maldiciendo su mala suerte.
Y es que, de entre todas las personas que podría haberse encontrado, los hados habían querido que aquella mañana llena de paz, Aotsuki Ayame volviera a reencontrarse con su viejo archienemigo: Uchiha Datsue.
—Oh, ¡qué bien sienta, joder! —exclamó, lleno de alegría. Pero cuando sus ojos, aquellos ojos zorrunos, volvieron a abrirse y repararon en la figura de la kunoichi, que se había quedado paralizada en la orilla, se llenó de sorpresa—. ¡Oh! ¿A-ayame?
Ella ni siquiera respondió. Si las miradas matasen, aquel Uchiha ya habría sido apuñalado por lo menos diez veces. Se limitó a soltar un sonoro bufido y le dio la espalda sin más, dispuesta a abandonar el lugar entre furiosos pisotones. Su sola presencia ya le hacía arder las entrañas, ¡y no estaba dispuesta a dejar que aquel demonio volviera a llevarla a su terreno! ¡Ya había tenido suficiente ración de aquel Uchiha para cinco vidas, gracias!
«¡Ya te vale, Kokuō! ¿Por qué demonios no me has avisado?» Rezongó para sus adentros
«¡No, no lo has hecho!»
¡¡¡YEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHHAAAAAAAAAAAAAA!!!
Una sombra surcaba los cielos como un halcón, en un arco perfecto en dirección a las aguas del río, que le recibieron con un sonoro chapuzón cuando el desconocido se zambulló con los brazos por delante. Ayame, alarmada, se había levantado de golpe y ahora esperaba a que volviera a emerger, kunai en mano y el corazón palpitándole en la garganta. Nunca se sabía. Fue al cabo de varios segundos cuando el recién llegado sacó la cabeza fuera del agua, sacudiéndola con energía y apartándose el agua de los ojos restregándose la cara.
—Oh... no... —murmuró Ayame, maldiciendo su mala suerte.
Y es que, de entre todas las personas que podría haberse encontrado, los hados habían querido que aquella mañana llena de paz, Aotsuki Ayame volviera a reencontrarse con su viejo archienemigo: Uchiha Datsue.
—Oh, ¡qué bien sienta, joder! —exclamó, lleno de alegría. Pero cuando sus ojos, aquellos ojos zorrunos, volvieron a abrirse y repararon en la figura de la kunoichi, que se había quedado paralizada en la orilla, se llenó de sorpresa—. ¡Oh! ¿A-ayame?
Ella ni siquiera respondió. Si las miradas matasen, aquel Uchiha ya habría sido apuñalado por lo menos diez veces. Se limitó a soltar un sonoro bufido y le dio la espalda sin más, dispuesta a abandonar el lugar entre furiosos pisotones. Su sola presencia ya le hacía arder las entrañas, ¡y no estaba dispuesta a dejar que aquel demonio volviera a llevarla a su terreno! ¡Ya había tenido suficiente ración de aquel Uchiha para cinco vidas, gracias!
«¡Ya te vale, Kokuō! ¿Por qué demonios no me has avisado?» Rezongó para sus adentros
«Lo hice, señorita.»
«¡No, no lo has hecho!»