28/03/2019, 02:49
¿Alguna vez han pasado una noche en el desierto del País del Viento? Al contrario de lo que algunos pudiesen pensar, hace frío. Mucho frío. Las temperaturas llegan a bajar de los 50ºC hasta los -10ºC, la mayor caída que se da en todo Oonindo, en tan solo cuestión de horas. Un cambio brusco y agresivo, no apto para débiles.
Comadreja, habituado al clima tan adverso, se había curtido a él desde que sus ojos se abrieron por primera vez al mundo. Así pasaba también con Tokore. Y con Kincho. Ambos guardias de la Prisión del Yermo a los que Comadreja y Kaido habían reclutado para su peculiar misión. Bueno, reclutar era una palabra que no hacía honor a la verdad. Más bien, extorsionado y chantajeado. ¿Kaido? Kaido se sentía ligeramente destemplado. Conocía su cuerpo. Sabía que mañana estaría con gripe, pero nada que le mermase para aquella noche.
Muñeca, en cambio, era otro cantar. Sudaba. Su frente ardía y su piel, siempre pálida, estaba sonrojada. Era demasiado orgullosa para decírselo a nadie, claro. Pero estaba en horas bajas, y se notaba.
Las cuatro figuras caminaban por un puente que atravesaba el Río de Oro. Aún les quedaba una buena caminata para llegar a su destino, ese al que Kaido se había estado preparando durante semanas. Aún así, Kincho, un jovencillo flacucho de ojos saltarines, ya empezaba a ponerse nervioso.
—¿A-alguien me r-refresca e-el plan de nuevo, por favor?
Kaido no sabía con qué le había convencido Comadreja para que ese chico se uniese al grupo. Lo que si sabía, es que era un enchufado. Esto es, alguien que había sido colocado como guardia de la Prisión del Yermo por simplemente ser hijo de.
Comadreja, habituado al clima tan adverso, se había curtido a él desde que sus ojos se abrieron por primera vez al mundo. Así pasaba también con Tokore. Y con Kincho. Ambos guardias de la Prisión del Yermo a los que Comadreja y Kaido habían reclutado para su peculiar misión. Bueno, reclutar era una palabra que no hacía honor a la verdad. Más bien, extorsionado y chantajeado. ¿Kaido? Kaido se sentía ligeramente destemplado. Conocía su cuerpo. Sabía que mañana estaría con gripe, pero nada que le mermase para aquella noche.
Muñeca, en cambio, era otro cantar. Sudaba. Su frente ardía y su piel, siempre pálida, estaba sonrojada. Era demasiado orgullosa para decírselo a nadie, claro. Pero estaba en horas bajas, y se notaba.
Las cuatro figuras caminaban por un puente que atravesaba el Río de Oro. Aún les quedaba una buena caminata para llegar a su destino, ese al que Kaido se había estado preparando durante semanas. Aún así, Kincho, un jovencillo flacucho de ojos saltarines, ya empezaba a ponerse nervioso.
—¿A-alguien me r-refresca e-el plan de nuevo, por favor?
Kaido no sabía con qué le había convencido Comadreja para que ese chico se uniese al grupo. Lo que si sabía, es que era un enchufado. Esto es, alguien que había sido colocado como guardia de la Prisión del Yermo por simplemente ser hijo de.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado