29/03/2019, 17:31
El tiempo a su alrededor pareció empezar a transcurrir de forma muy lenta. Akame carraspeó, notando una pérdida de aliento que no estaba siendo provocada por causas naturales. Notó una gota de frío sudor caerle por la espalda cuando, al echar un vistazo a su espalda, observó a Raito con una mueca de profundo disgusto. El crujido de la puerta de la oficina del Uzukage la cerrarse reverberó en sus oídos como un eco mortal a través de un acantilado muy profundo; tanto que ahora el Uchiha era incapaz de ver el fondo, engullido por la oscuridad. El jōnin volvió la vista al frente, hacia Hanabi, mientras en su cabeza había un centenar de voces chillonas que gritaban al unísono una misma palabra. Y Akame las reconocía a todas ellas, pese a que había pasado mucho tiempo desde que las escuchase por última vez; quizás ese era el propio motivo de que estuvieran allí esa tarde. Eran sus viejas compañeras, con quienes había convivido durante mucho tiempo desde que llegase a la Aldea Oculta entre los Remolinos. Y la palabra que repetían sin cesar no era otra que...
La voz de Hanabi le obligó a centrarse. Las manos le sudaban y bajo su chaleco militar el pecho había empezado a bambolearse ligeramente de la tensión. No hizo ni siquiera falta que el Uzukage empezara a cuestionarle para que Akame se hicese una idea bastante clara de lo que estaba ocurriendo; había llegado el día.
«Me han pillado.»
Pero entonces, una voz discordante, una tímida voz que luchaba por abrirse paso en la algarabía dentro de su cabeza, le recordó algo. ¿No era él, acaso, Uchiha Akame El Profesional? ¿Jōnin de Uzushiogakure? ¿Jinchuuriki del Ichibi y Hermano del Desierto? ¿No había renegado de Kunie, de Tengu y de todo lo que significaban? ¿No era aquella Villa su hogar?
¿Qué tenía que temer entonces?
Carraspeó.
—Así es, Uzukage-sama. ¿Ocurre algo con mi expediente?
«PELIGRO»
La voz de Hanabi le obligó a centrarse. Las manos le sudaban y bajo su chaleco militar el pecho había empezado a bambolearse ligeramente de la tensión. No hizo ni siquiera falta que el Uzukage empezara a cuestionarle para que Akame se hicese una idea bastante clara de lo que estaba ocurriendo; había llegado el día.
«Me han pillado.»
Pero entonces, una voz discordante, una tímida voz que luchaba por abrirse paso en la algarabía dentro de su cabeza, le recordó algo. ¿No era él, acaso, Uchiha Akame El Profesional? ¿Jōnin de Uzushiogakure? ¿Jinchuuriki del Ichibi y Hermano del Desierto? ¿No había renegado de Kunie, de Tengu y de todo lo que significaban? ¿No era aquella Villa su hogar?
¿Qué tenía que temer entonces?
Carraspeó.
—Así es, Uzukage-sama. ¿Ocurre algo con mi expediente?