1/04/2019, 11:24
Tal y como había sospechado, la culpabilidad apareció reflejada en el rostro de Daruu como el sol en un estanque. El muchacho inclinó el cuerpo en una reverencia.
—Yo le pedí a Datsue que hiciera las paces contigo porque quería que todo fuera bien a partir de ahora —se excusó—. Perdóname. Pero creo que fue por un buen motivo. Intenté... aprender de tu carta a Hanabi. Tender puentes. Hacer un bien al mundo. Y a vosotros dos.
Ayame contuvo la respiración. Sus labios, tan tensos como estaban, se habían convertido en una fina línea en su rostro. El enjambre de abejas seguía zumbando en su cabeza, avivando aquella ira que sentía. Por mucho que lo intentaba, no encontraba ningún sentido a todo lo que estaba sucediendo. Ni en sus sueños más locos se habría podido imaginar algo así: Amedama Daruu haciendo las paces con Uchiha Datsue. Uchiha Datsue y Amedama Daruu aliándose para que el Uchiha pudiera hacer las paces con ella...
—Después de la que me liaste por esa carta... —siseó, con los ojos húmedos. Tembló durante un instante y, al fin, exhaló el aire que había estado conteniendo en sus pulmones en un largo y tendido suspiro—. Ten —dijo, mirando a Datsue directamente, y volvió a tenderle la hoja doblada. Aquella vez no la apartó de su alcance, y cuando el Uchiha la desdoblara se encontraría...
—Pensaba dársela al primer Uzujin que me encontrara para que se la hiciera llegar a Hanabi-dono, pero el destino ha querido que fueras tú. También quiero hacerle llegar una a Kusagakure, pero por el momento no me he cruzado con ningún Kusajin —habló Ayame, encogiéndose de hombros como si le restara importancia al asunto. ¡Que no se pensara que con eso le perdonaba todo lo que le había hecho, no, señor! Por otro lado, era sumamente irónico que con el último Uzujin con el que había entrado en contacto hubiese sido mucho más difícil que el mismísimo Uchiha Datsue. El mundo al revés—. Es una especie de retrato robot de lo que recuerdo de Kuroyuki y lo poco que vi sobre sus habilidades. No es gran cosa, pero...
—Yo le pedí a Datsue que hiciera las paces contigo porque quería que todo fuera bien a partir de ahora —se excusó—. Perdóname. Pero creo que fue por un buen motivo. Intenté... aprender de tu carta a Hanabi. Tender puentes. Hacer un bien al mundo. Y a vosotros dos.
Ayame contuvo la respiración. Sus labios, tan tensos como estaban, se habían convertido en una fina línea en su rostro. El enjambre de abejas seguía zumbando en su cabeza, avivando aquella ira que sentía. Por mucho que lo intentaba, no encontraba ningún sentido a todo lo que estaba sucediendo. Ni en sus sueños más locos se habría podido imaginar algo así: Amedama Daruu haciendo las paces con Uchiha Datsue. Uchiha Datsue y Amedama Daruu aliándose para que el Uchiha pudiera hacer las paces con ella...
—Después de la que me liaste por esa carta... —siseó, con los ojos húmedos. Tembló durante un instante y, al fin, exhaló el aire que había estado conteniendo en sus pulmones en un largo y tendido suspiro—. Ten —dijo, mirando a Datsue directamente, y volvió a tenderle la hoja doblada. Aquella vez no la apartó de su alcance, y cuando el Uchiha la desdoblara se encontraría...
—Pensaba dársela al primer Uzujin que me encontrara para que se la hiciera llegar a Hanabi-dono, pero el destino ha querido que fueras tú. También quiero hacerle llegar una a Kusagakure, pero por el momento no me he cruzado con ningún Kusajin —habló Ayame, encogiéndose de hombros como si le restara importancia al asunto. ¡Que no se pensara que con eso le perdonaba todo lo que le había hecho, no, señor! Por otro lado, era sumamente irónico que con el último Uzujin con el que había entrado en contacto hubiese sido mucho más difícil que el mismísimo Uchiha Datsue. El mundo al revés—. Es una especie de retrato robot de lo que recuerdo de Kuroyuki y lo poco que vi sobre sus habilidades. No es gran cosa, pero...