Palomas blancas

[Amedama Daruu]

Pese a que Datsue estaba de acuerdo con Daruu, Ayame no opinaba lo mismo. Según ella, colgar los carteles implicaría alertar a los Generales. Puede que tuviera parte de razón, pero Daruu pensaba que al menos así tendrían más cuidado de no dejarse ver. «Claro que...» Habían ocho generales, y hasta el momento sólo conocían dos. De una conocían nombre y aspecto, pero del otro sólo que se reía como un puto maníaco loco. Los otros seis podrían moverse por Oonindo con total libertad. Y quizás averiguasen que Ayame había sido rescatada y volvieran a por ella. Nada, mejor que la información estuviese en manos de las aldeas, y ya está.

Datsue dijo que informaría a Juro con su técnica, para que estuviera alerta. Luego, declaró que nunca había visto combatir a un Yuki y preguntó si eran buenos. Daruu miró a Ayame con una sonrisa tenue, y encontró en ellla una mirada igualmente cómplice. Su maestro era un Yuki; hasta donde él sabía uno de los buenos. Y las veces que habían entrenado con él...

—Sí, son bastante hábiles —contestó Daruu.

Luego, inmediatamente, Ayame reconoció su especial debilidad ante ellos. Daruu había visto lo que pasaba cuando Ayame intentaba utilizar el Suika contra Kori: era congelada por una de sus técnicas de Hyoton. Supuso que esa era una forma rematadamente buena de apresar al agua. Además, como bien dijo Ayame, probablemente el Hyoton fuera fuerte igualmente contra el fuego de los Uchiha, además les reveló algo que Daruu todavía no sabía: que Kuroyuki le reconoció al instante, a pesar de estar oculta bajo una máscara durante el período de guerra fría entre Uzushiogakure y Amegakure. Ayame le dirigió una mirada implorante. Daruu le sonrió y negó con la cabeza, restándole importancia. Ambos sabían que ella había hecho todo lo posible, aunque la muchacha siguiera intentando excusarse.

Más temerosa, Ayame le preguntó a Datsue sobre el General que se coló en Uzushiogakure y atacó a Akame.

Daruu carraspeó, librando de aquél peso a su compañero por el momento. Sabía que era algo difícil de tragar para él aún.

—Datsue me contó que sólo saben que tiene una risa estridente y espeluznante —dijo, negando con la cabeza—. Es una lástima, pero no hay más información. Por cierto, Datsue —dijo, dándole un codazo—. No te vayas por las ramas, anda. Explícale lo del comunicador, joder. Que lo use ella también, ¡lo vamos a necesitar!