3/04/2019, 00:26
(Última modificación: 3/04/2019, 00:28 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
Ah, el cómo. El cómo era una historia interesantísima. Para otro momento, para otra ocasión. El bueno de Calabaza tendría que ser leal por un tiempo y demostrar su valía si quería conocerla algún día.
—Bien, Calabaza-kun, ¡bien! ya nos estamos entendiendo —dijo, casi complacido de que conociera el símbolo y temiera a la leyenda tras la figura de aquél tatuaje—. el dragón, nada. Ahora mismo eres comida de perro, así que no te regodees todavía. Lo que yo quiero de ti, sin embargo; son las experiencias de tu vida como un yonqui de Tanzaku gai. Porque eso es lo que eres ahora, ¿verdad? un yonqui que vive el día a día sólo por esa pequeña bolsita de mierda azul que tienes en tus manos. Tu adicción trae consigo una necesidad, y esa necesidad debe ser provista por alguien. Ese alguien, Calabaza, no somos nosotros. Tanzaku Gai no es aún nuestro territorio, pero lo será, muy pronto.
Sin embargo, Kaido tuvo que interrumpir su discurso y echarse a reír con desquicio cuando Calabaza hizo su primera solicitud. Expresa o no, y sin habérselo ganado.
—Te acabo de dar cien malditos ryo por adelantado ¿y te atreves a pedirme algo a cambio? ¿a cambio de qué pedazo de gilipollas? —le espetó, entre risas. Tenía suerte Calabaza de que Kaido era un tipo con buen sentido del humor—. ¿qué cojones quieres, eh?
—Bien, Calabaza-kun, ¡bien! ya nos estamos entendiendo —dijo, casi complacido de que conociera el símbolo y temiera a la leyenda tras la figura de aquél tatuaje—. el dragón, nada. Ahora mismo eres comida de perro, así que no te regodees todavía. Lo que yo quiero de ti, sin embargo; son las experiencias de tu vida como un yonqui de Tanzaku gai. Porque eso es lo que eres ahora, ¿verdad? un yonqui que vive el día a día sólo por esa pequeña bolsita de mierda azul que tienes en tus manos. Tu adicción trae consigo una necesidad, y esa necesidad debe ser provista por alguien. Ese alguien, Calabaza, no somos nosotros. Tanzaku Gai no es aún nuestro territorio, pero lo será, muy pronto.
Sin embargo, Kaido tuvo que interrumpir su discurso y echarse a reír con desquicio cuando Calabaza hizo su primera solicitud. Expresa o no, y sin habérselo ganado.
—Te acabo de dar cien malditos ryo por adelantado ¿y te atreves a pedirme algo a cambio? ¿a cambio de qué pedazo de gilipollas? —le espetó, entre risas. Tenía suerte Calabaza de que Kaido era un tipo con buen sentido del humor—. ¿qué cojones quieres, eh?