3/04/2019, 18:47
El Uchiha abrió los ojos poco a poco, mientras éstos trataban de adaptarse a la poca luz ambiental. Incluso antes de hacerlo olfateó el olor a humedad en el aire, notó el tacto frío del acero en las muñecas y de la piedra bajo sus rodillas. El gélido ambiente que se apoderaba de su cuerpo, poco abrigado; la ausencia del característico peso de su equipamiento, que había aprendido a apreciar como a la caricia de una amante. No le hacía falta ver para saber dónde se encontraba. Había visitado los calabozos de la Aldea multitud de veces, pero a lo largo de los años, había olvidado lo que nunca debió olvidar. Que un día, quizás, él mismo ocupase alguna de aquellas ilustres estancias. Solo y olvidado.
Trató de moverse y contuvo un gruñido de dolor cuando sus extremidades entumecidas protestaron ante semejante orden. Al tercer intento lo consiguió, bufando como un toro, y la postura en la que las cadenas le obligaban a permanecer se le antojó sumamente engorrosa. No parecía que hubiese nadie, y Akame lo agradeció; sabía lo que tarde o temprano ocurriría. Le interrogarían, le torturarían y se meterían en su cabeza.
«No encontrarán nada...»
Si en algo era buena su antigua maestra, era en el Genjutsu y el Fuuinjutsu. Akame dudaba seriamente que Kunie hubiese corrido el riesgo de dejar expuestos recuerdos potencialmente problemáticos para ella si había permitido que Hanabi descubriese al joven Uchiha. «Aunque no sé si eso es bueno o malo», se dijo. Al final, Akame terminó por recostarse sobre la pared de la celda y poner su culo en el suelo.
¿Quién sabe? Quizás alguien vendría a rescatarle. Quizás Datsue vendría a rescatarle.
Trató de moverse y contuvo un gruñido de dolor cuando sus extremidades entumecidas protestaron ante semejante orden. Al tercer intento lo consiguió, bufando como un toro, y la postura en la que las cadenas le obligaban a permanecer se le antojó sumamente engorrosa. No parecía que hubiese nadie, y Akame lo agradeció; sabía lo que tarde o temprano ocurriría. Le interrogarían, le torturarían y se meterían en su cabeza.
«No encontrarán nada...»
Si en algo era buena su antigua maestra, era en el Genjutsu y el Fuuinjutsu. Akame dudaba seriamente que Kunie hubiese corrido el riesgo de dejar expuestos recuerdos potencialmente problemáticos para ella si había permitido que Hanabi descubriese al joven Uchiha. «Aunque no sé si eso es bueno o malo», se dijo. Al final, Akame terminó por recostarse sobre la pared de la celda y poner su culo en el suelo.
¿Quién sabe? Quizás alguien vendría a rescatarle. Quizás Datsue vendría a rescatarle.