4/04/2019, 22:55
Kaido supo, casi al instante, que había tomado la mejor decisión de su vida. La fragilidad de Muñeca se fue acentuando a medida que la tormenta aumentaba en intensidad, y llegó un punto en que, prácticamente, era el Tiburón quien la llevaba en volandas como si fuese un peso muerto.
Saben los Dioses que, si la hubiese perdido de vista un solo segundo, no la encontraría en aquellas circunstancias ni con cien años de búsqueda.
Y es que la tormenta era tan grande, que la mismísima prisión había desaparecido de su vista.
—¡Hoy Fūjin está furioso! —oyeron gritar a Tokore. No sabían si orgullosa o asustada.
¡¡Crshhh… BOOOOUUUUUMMMMM!!
Un trueno digno del País de la Tormenta cayendo sabe los dioses dónde.
—¡Por aquí! ¡Por aquí, truchas de mar! ¡POR AQUÍ!
Crshhhh… BOOOOUUUUMMMMM!!
El rayo debió caer condenadamente cerca, porque iluminó de un fogonazo la prisión. Sin darse cuenta, se habían plantado en sus jodidas puertas. Fue una suerte —o no—, que estas, al contrario de lo que Tokore había dicho, estuviesen vacías y cerradas, sin rastro de los dos ninjas que ella, había asegurado, estaban siempre custodiando la entrada.
Se trataba de un enorme portalón metálico, entrada de un muro hecho enteramente por bloques de piedra que debían sobrepasar la tonelada de peso —cada una—. A más de un metro y medio de altura, una pequeña ranura, lo suficientemente grande como para poder ver a través de ella. Aunque, en aquellos momentos, estaba tapada.
Saben los Dioses que, si la hubiese perdido de vista un solo segundo, no la encontraría en aquellas circunstancias ni con cien años de búsqueda.
Y es que la tormenta era tan grande, que la mismísima prisión había desaparecido de su vista.
—¡Hoy Fūjin está furioso! —oyeron gritar a Tokore. No sabían si orgullosa o asustada.
¡¡Crshhh… BOOOOUUUUUMMMMM!!
Un trueno digno del País de la Tormenta cayendo sabe los dioses dónde.
—¡Por aquí! ¡Por aquí, truchas de mar! ¡POR AQUÍ!
Crshhhh… BOOOOUUUUMMMMM!!
El rayo debió caer condenadamente cerca, porque iluminó de un fogonazo la prisión. Sin darse cuenta, se habían plantado en sus jodidas puertas. Fue una suerte —o no—, que estas, al contrario de lo que Tokore había dicho, estuviesen vacías y cerradas, sin rastro de los dos ninjas que ella, había asegurado, estaban siempre custodiando la entrada.
Se trataba de un enorme portalón metálico, entrada de un muro hecho enteramente por bloques de piedra que debían sobrepasar la tonelada de peso —cada una—. A más de un metro y medio de altura, una pequeña ranura, lo suficientemente grande como para poder ver a través de ella. Aunque, en aquellos momentos, estaba tapada.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado