8/04/2019, 20:19
—¿Un... buen chico? —Hiroshi era la definición gráfica de estupefacción—. ¿En... Problemas? Yo... Mi... Mi pequeño...
De repente, el agricultor avanzó unos rápidos pasos hasta situarse justo frente a Kunie. En su tono y en su actitud no se intuía amenaza ni eran agresivos, sino más bien implorantes. Era la viva imagen de un hombre que lo creía todo perdido y acaba de recobrar la esperanza.
—¡Jinbei! ¡Jinbei! ¡Mi hijo, mi pequeño! ¿Está... Dónde está? ¿De qué lo conoce usted? —disparó como una ametralladora—. ¿Quién es usted? ¿Puede llevarme con él? Por favor, se lo suplico. Se lo suplico, lléveme con mi hijo.
De repente, el agricultor avanzó unos rápidos pasos hasta situarse justo frente a Kunie. En su tono y en su actitud no se intuía amenaza ni eran agresivos, sino más bien implorantes. Era la viva imagen de un hombre que lo creía todo perdido y acaba de recobrar la esperanza.
—¡Jinbei! ¡Jinbei! ¡Mi hijo, mi pequeño! ¿Está... Dónde está? ¿De qué lo conoce usted? —disparó como una ametralladora—. ¿Quién es usted? ¿Puede llevarme con él? Por favor, se lo suplico. Se lo suplico, lléveme con mi hijo.