9/04/2019, 13:29
Raitaro, extraño por el blando sensei, tomó asiento tras la advertencia del mismo sobre la fragilidad del papeleo que llevaba frente al agua. Parecía que no había sido el más inteligente de allí, pues todos habían aguardado en el mismo lugar para, posiblemente, que no ocurriera lo que al grandullón. Raitaro vió como llamaba al muchacho restante, presente en el lugar y lo cual lo hacía ser el más lento de todos. El ya conocido Samidare sería su compañero de grupo, cuiroso dúo formado, como dijo el maestro, por dos personas con aspectos y edades completamente distintas - ¡Vaya, chico! ¡Si tú eres el chaval que conocí en el lago! ¡Menuda casualidad! - observó sobresaltado, reprimiendo cierta decepción. Está ya más que claro que a Raitaro no le gustaba la idea de tener que ser compañero de un chiquillo tan pequeño, sentía entonces de verdad que iba bastante atrasado para su edad, algo completamente cierto y evidente.
Según dijo su nuevo maestro, Ebisu, su compañero y él tenían estilos similares de combate, a pesar de tener un extraño y desconocido apellido para los oídos del muchacho de Yukio. Raitaro mantuvo sepulcral silencio mientras hablase su maestro, incluso pensó en levantarse para coger algo de papel para Ebisu, pero Samidare no le dió tiempo. Parecía, a pesar de todo, un chico muy espabilado para su edad, igual esa era su verdadera arma.
Según dijo su nuevo maestro, Ebisu, su compañero y él tenían estilos similares de combate, a pesar de tener un extraño y desconocido apellido para los oídos del muchacho de Yukio. Raitaro mantuvo sepulcral silencio mientras hablase su maestro, incluso pensó en levantarse para coger algo de papel para Ebisu, pero Samidare no le dió tiempo. Parecía, a pesar de todo, un chico muy espabilado para su edad, igual esa era su verdadera arma.