11/04/2019, 15:16
La revelación de Kokuo cayó como una auténtica bijuudama entre los presentes. Aunque lo más gracioso era ver a los tres igual de perplejos, aún cuando el culpable era uno de ellos.
—¿¡QUÉ!? —exclamó Daruu, levantándose de golpe. La barca volvió a tambalearse peligrosamente y Ayame se abrazó ckn fuerza al Gobi para evitar caer.
—¡CUIDADO! —gritó Ayame.
—¡Sabía que habías sido tú, no me digas cómo pero lo sabía! —continuaba, señalando al acusado con un dedo----. ¿¡Cómo!? ¡Si la estatua hubiera seguido en pie cuando lo de Uzushiogakure, Kokuo no habría llegado a lanzar la bijuudama! ¡Esa estatua tenía una de mis marcas!
—En resumen, toda la culpa del conflicto entre las tres aldeas fue del Uchiha. Nada nuevo bajo el sol —comentó Kokuo, divertida, con sus cinco colas ondeando a su alrededor.
—¡Un momento! ¿Y tú cómo lo sabías? —le preguntó Daruu. Pero antes de que el bijuu pudiera responder, el chico rompió a reír de repente—: ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Pareces un moñeco!
Fue un visto y no visto, Kokuo había abierto sus fauces y un láser de unos veinte centímetros de ancho explotó en su cara, dejándole un precioso bronceado con humo incorporado.
—¡¡¡DARUU!!! —aulló Ayame, que levantó al bijuu como si de un gato se tratara y lo colocó frente a sus ojos----. ¡Kokuo, ¿qué has hecho?!
—Enseñarle modales —respondió llanamente—. Además, así está más guapo: ahora es un moñeco pelopincho.
—¿¡QUÉ!? —exclamó Daruu, levantándose de golpe. La barca volvió a tambalearse peligrosamente y Ayame se abrazó ckn fuerza al Gobi para evitar caer.
—¡CUIDADO! —gritó Ayame.
—¡Sabía que habías sido tú, no me digas cómo pero lo sabía! —continuaba, señalando al acusado con un dedo----. ¿¡Cómo!? ¡Si la estatua hubiera seguido en pie cuando lo de Uzushiogakure, Kokuo no habría llegado a lanzar la bijuudama! ¡Esa estatua tenía una de mis marcas!
—En resumen, toda la culpa del conflicto entre las tres aldeas fue del Uchiha. Nada nuevo bajo el sol —comentó Kokuo, divertida, con sus cinco colas ondeando a su alrededor.
—¡Un momento! ¿Y tú cómo lo sabías? —le preguntó Daruu. Pero antes de que el bijuu pudiera responder, el chico rompió a reír de repente—: ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Pareces un moñeco!
Fue un visto y no visto, Kokuo había abierto sus fauces y un láser de unos veinte centímetros de ancho explotó en su cara, dejándole un precioso bronceado con humo incorporado.
—¡¡¡DARUU!!! —aulló Ayame, que levantó al bijuu como si de un gato se tratara y lo colocó frente a sus ojos----. ¡Kokuo, ¿qué has hecho?!
—Enseñarle modales —respondió llanamente—. Además, así está más guapo: ahora es un moñeco pelopincho.