11/04/2019, 22:03
(Última modificación: 11/04/2019, 22:04 por Aotsuki Ayame.)
—Estáis de broma, ¿verdad? —preguntó Datsue—. ¿Me estáis pidiendo que me calle ante algo tan gordo, tan gigantesco, que va en contra de toda norma ninja, y que no advierta a Yui de que alguien se está saltando a la torera su reglamento más estricto?
Ayame sintió como si su corazón se hubiese olvidado de latir durante un instante. Pálida como la cera y a punto de echarse a llorar, contempló al Uchiha con gesto horrorizado. Iba a negarse. ¡Sabía que iba a negarse! Hacer algo así contravenía todas y cada una de las leyes shinobi escritas y por escribir. ¡Maldita sea, si es que Kokuō era idiota perdida! ¿Cómo se le había ocurrido revelarse así ant...?
—¿Estamos locos? ¡Pues claro que NO voy a decir una mierda! ¡Antes me corto los huevos, oídme bien, que ayudar a Yui! —culminó, contra todo pronóstico—. Por los Dioses, ¡si esto es maravilloso, joder! ¡A ver empezado por ahí! ¡Ahora sí veo esto! ¡AHORA SI LO VEO! —clamaba, lleno de júbilo como si le acabaran de dar la mejor noticia del mundo—. Pero usar lo de la estatua para pedirme el favor a cambio me dolió, Ayame, que lo sepas.
—Lo... Lo siento... —murmuró ella, con las mejillas encendidas y los ojos húmedos por la impresión.
—Y esto me hace un poco de gracia, Daruu. Todavía recuerdo que me intentaste convencer hace no mucho de que Yui era en realidad una mujer comprensiva, con la que se podía hablar… O eso de que hacer cosas a las espaldas de la Alianza solo traía consecuencias nefastas.
Sí... Si eso era verdad había sido terriblemente irónico. Pero Datsue le restó importancia al asunto con un gesto de su mano.
—Ya era hora, joder. Ya era hora de que alguien se saliese de su jodido camino. No, no, no. En la vida perjudicaría a alguien que hace frente a esa… A esa… Al fin, joder, al fin. Pero joder, tenéis que tener más cuidado a partir de ahora, ¿eh? Sabéis lo que le hizo a Aiko por muchichichísimo menos —añadió Datsue, dedicando una mirada significativa mirada a Ayame, que se estremeció visiblemente—. [sub=mediumturquoise]Si Yui os descubriese…
—¿A qué te crees que me refería con "sustituirme como jinchuuriki"? —respondió ella, en voz muy baja—. Sabes lo que nos ocurre si nos separan de nuestros bijuu, ¿verdad? Morimos. Sin más...
»¡Ay, Datsue, muchas gracias! —añadió, con lágrimas en los ojos. Tal era el alivio que la embargaba que se habría lanzado a abrazarle. Pero no. No lo hizo.
Aún no tenía esa confianza.
Ayame sintió como si su corazón se hubiese olvidado de latir durante un instante. Pálida como la cera y a punto de echarse a llorar, contempló al Uchiha con gesto horrorizado. Iba a negarse. ¡Sabía que iba a negarse! Hacer algo así contravenía todas y cada una de las leyes shinobi escritas y por escribir. ¡Maldita sea, si es que Kokuō era idiota perdida! ¿Cómo se le había ocurrido revelarse así ant...?
—¿Estamos locos? ¡Pues claro que NO voy a decir una mierda! ¡Antes me corto los huevos, oídme bien, que ayudar a Yui! —culminó, contra todo pronóstico—. Por los Dioses, ¡si esto es maravilloso, joder! ¡A ver empezado por ahí! ¡Ahora sí veo esto! ¡AHORA SI LO VEO! —clamaba, lleno de júbilo como si le acabaran de dar la mejor noticia del mundo—. Pero usar lo de la estatua para pedirme el favor a cambio me dolió, Ayame, que lo sepas.
—Lo... Lo siento... —murmuró ella, con las mejillas encendidas y los ojos húmedos por la impresión.
—Y esto me hace un poco de gracia, Daruu. Todavía recuerdo que me intentaste convencer hace no mucho de que Yui era en realidad una mujer comprensiva, con la que se podía hablar… O eso de que hacer cosas a las espaldas de la Alianza solo traía consecuencias nefastas.
Sí... Si eso era verdad había sido terriblemente irónico. Pero Datsue le restó importancia al asunto con un gesto de su mano.
—Ya era hora, joder. Ya era hora de que alguien se saliese de su jodido camino. No, no, no. En la vida perjudicaría a alguien que hace frente a esa… A esa… Al fin, joder, al fin. Pero joder, tenéis que tener más cuidado a partir de ahora, ¿eh? Sabéis lo que le hizo a Aiko por muchichichísimo menos —añadió Datsue, dedicando una mirada significativa mirada a Ayame, que se estremeció visiblemente—. [sub=mediumturquoise]Si Yui os descubriese…
—¿A qué te crees que me refería con "sustituirme como jinchuuriki"? —respondió ella, en voz muy baja—. Sabes lo que nos ocurre si nos separan de nuestros bijuu, ¿verdad? Morimos. Sin más...
»¡Ay, Datsue, muchas gracias! —añadió, con lágrimas en los ojos. Tal era el alivio que la embargaba que se habría lanzado a abrazarle. Pero no. No lo hizo.
Aún no tenía esa confianza.