13/04/2019, 17:46
—Comprendo —se lastimó Datsue, rascándose la barbilla—. Hay una pregunta que quiero hacer. Pero no es para ti, Daruu. Tampoco para ti, Ayame. Sino para… Kokuō —dijo, mirando a los ojos a Ayame. Aunque lo que estaba buscando estaba más allá de sus iris—. Antes dijiste que los bijuus os merecíais la libertad por el mero hecho de existir. Dime una cosa… ¿También se la merece Shukaku?
Ayame respiró hondo un instante, cerró los ojos, y cuando volvió a abrirlos su semblante ya no era el mismo. Más allá del cambio de color en sus iris, de castaño a aguamarina, había algo más en su gesto que era muy diferente del de la kunoichi. En aquel cuerpo, ambas eran idénticas, pero al mismo tiempo muy diferentes.
—Sí —respondió, sin pensarlo siquiera—. Pero lo que decidiera hacer una vez libre... —Kokuō se encogió de hombros—. Yo opté por intentar aislarme, pero estoy prácticamente segura de que mi hermano seguramente no se conformaría con eso. Somos nueve Bijū, Uchiha, y somos tan diferentes entre nosotros como podrían serlo nueve humanos diferentes. O, al menos, eso es lo que me están intentando hacer ver.
Desde luego, había un abismo de diferencia entre humanos como Amekoro Yui y Aotsuki Ayame.
Ayame respiró hondo un instante, cerró los ojos, y cuando volvió a abrirlos su semblante ya no era el mismo. Más allá del cambio de color en sus iris, de castaño a aguamarina, había algo más en su gesto que era muy diferente del de la kunoichi. En aquel cuerpo, ambas eran idénticas, pero al mismo tiempo muy diferentes.
—Sí —respondió, sin pensarlo siquiera—. Pero lo que decidiera hacer una vez libre... —Kokuō se encogió de hombros—. Yo opté por intentar aislarme, pero estoy prácticamente segura de que mi hermano seguramente no se conformaría con eso. Somos nueve Bijū, Uchiha, y somos tan diferentes entre nosotros como podrían serlo nueve humanos diferentes. O, al menos, eso es lo que me están intentando hacer ver.
Desde luego, había un abismo de diferencia entre humanos como Amekoro Yui y Aotsuki Ayame.