15/04/2019, 13:55
Muñeca miró a Kaido, confusa, cuando este se señaló a sí mismo. Pronto el mismo Kaido se dio cuenta: la ropa que él llevaba no era el atuendo de la prisión. Lo hizo nada más ver la ropa del guardia que acababa de matar, debidamente doblada en su taquilla.
Mientras que la ropa de Kincho era elegante y daba el pego, la de su víctima, simplemente, se notaba que era la oficial. Chaqueta y pantalón de color beis, ambas de una tela fina y suave para evitar el exceso de calor. En la espalda de la chaqueta llevaba inscrito, en grande, la palabra: Yermo. Al frente, un nombre bordado: K. Mushaki. En un hombro, el símbolo del viento.
En la puerta de la taquilla, varias fotos colgadas de la víctima con lo que parecía ser su mujer. La más grande y la que más le llamó la atención fue una que estaba en el centro: ambos estaban sonriendo; ella, embarazada de por lo menos ocho meses.
Pero aquello no era todo. Junto al uniforme, estaba el famoso silbato corrector. Era de color blanco, y estaba unido a una fina cadena para colgar del cuello. De la khopesh y de la ballesta de mano no había ni rastro. A Kaido le sonaba que esas se cogían en la sala de armas. O, al menos, eso le había dicho Comadreja cuando le había entregado el croquis.
También había un par de llaves. Una grande, con el número dos inscrito en ella. Otra más pequeña, también con el dos.
La ropa de Kincho la encontró varias taquillas más a la derecha. Era exactamente igual, salvo que en su chaqueta ponía: U. Kincho. Y el juego de llaves —también una grande y otra pequeña—, tenía el número uno inscrito en ellas, y no el dos.
Muñeca memorizó todos los detalles y realizó una transformación bastante convincente, voz incluida. Su pequeña crisis de ansiedad parecía haber pasado. Ahora simplemente tenía fiebre, aunque superada la tormenta de arena, la sobrellevaba mejor. ¿Sería capaz de aguantar el Henge por largo tiempo? Eso, ya se vería.
Mientras que la ropa de Kincho era elegante y daba el pego, la de su víctima, simplemente, se notaba que era la oficial. Chaqueta y pantalón de color beis, ambas de una tela fina y suave para evitar el exceso de calor. En la espalda de la chaqueta llevaba inscrito, en grande, la palabra: Yermo. Al frente, un nombre bordado: K. Mushaki. En un hombro, el símbolo del viento.
En la puerta de la taquilla, varias fotos colgadas de la víctima con lo que parecía ser su mujer. La más grande y la que más le llamó la atención fue una que estaba en el centro: ambos estaban sonriendo; ella, embarazada de por lo menos ocho meses.
Pero aquello no era todo. Junto al uniforme, estaba el famoso silbato corrector. Era de color blanco, y estaba unido a una fina cadena para colgar del cuello. De la khopesh y de la ballesta de mano no había ni rastro. A Kaido le sonaba que esas se cogían en la sala de armas. O, al menos, eso le había dicho Comadreja cuando le había entregado el croquis.
También había un par de llaves. Una grande, con el número dos inscrito en ella. Otra más pequeña, también con el dos.
La ropa de Kincho la encontró varias taquillas más a la derecha. Era exactamente igual, salvo que en su chaqueta ponía: U. Kincho. Y el juego de llaves —también una grande y otra pequeña—, tenía el número uno inscrito en ellas, y no el dos.
Muñeca memorizó todos los detalles y realizó una transformación bastante convincente, voz incluida. Su pequeña crisis de ansiedad parecía haber pasado. Ahora simplemente tenía fiebre, aunque superada la tormenta de arena, la sobrellevaba mejor. ¿Sería capaz de aguantar el Henge por largo tiempo? Eso, ya se vería.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado