22/04/2019, 12:04
El Uchiha arqueó una ceja ante las palabras de Kaido, enunciadas como un misterioso edicto imperial. «¿"Tendremos nuestra oportunidad"? ¿Qué coño se supone que significa eso?» Luego descartó aquella cuestión; ya habría tiempo de averiguarlo. El Tiburón le replicaba ahora con varios puntos bastante válidos, algunos de los cuales Akame no había considerado antes de hacer su improvisada hoja de ruta. «Joder, estoy oxidado», se maldijo.
Cruzándose de brazos, el exninja suspiró con cierto aire molesto. «Coño, este tritón tiene razón. Bordear las aguas de Uzushiogakure puede que sea incluso más arriesgado que atravesar Uzu no Kuni por tierra. ¡Me cago en todo! Estamos metidos en una puta ratonera, con el desierto a la espalda y las tierras de nuestros tres grandes enemigos al frente.»
Al final, Akame tuvo que dar su brazo a torcer.
—Está bien, joder. Tienes razón —admitió de mala gana—. Probablemente llamemos bastante más la atención bordeando las aguas del Remolino que intentando escabullirnos entre fronteras. ¿Dices que tu gente espera en la Costa de las Olas Rompientes? Eso podría llevarnos más de tres días de viaje... —finalmente sacudió la cabeza, resignado—. Pero no veo que tengamos mejor opción. Al País del Rayo, pues.
Y dicho lo cual, el Uchiha se ajustó el equipamiento y comenzó a andar. Las manos le temblaban y notaba la boca seca, signo inequívoco de que el mono estaba volviendo. «No joder, ahora no, me cago en todo...» Miró a Kaido de soslayo y recordó uno de los objetos que había cogido del alijo de Kunie en Tanzaku.
«¿Puedo confiar en él para esto...?»
Cruzándose de brazos, el exninja suspiró con cierto aire molesto. «Coño, este tritón tiene razón. Bordear las aguas de Uzushiogakure puede que sea incluso más arriesgado que atravesar Uzu no Kuni por tierra. ¡Me cago en todo! Estamos metidos en una puta ratonera, con el desierto a la espalda y las tierras de nuestros tres grandes enemigos al frente.»
Al final, Akame tuvo que dar su brazo a torcer.
—Está bien, joder. Tienes razón —admitió de mala gana—. Probablemente llamemos bastante más la atención bordeando las aguas del Remolino que intentando escabullirnos entre fronteras. ¿Dices que tu gente espera en la Costa de las Olas Rompientes? Eso podría llevarnos más de tres días de viaje... —finalmente sacudió la cabeza, resignado—. Pero no veo que tengamos mejor opción. Al País del Rayo, pues.
Y dicho lo cual, el Uchiha se ajustó el equipamiento y comenzó a andar. Las manos le temblaban y notaba la boca seca, signo inequívoco de que el mono estaba volviendo. «No joder, ahora no, me cago en todo...» Miró a Kaido de soslayo y recordó uno de los objetos que había cogido del alijo de Kunie en Tanzaku.
«¿Puedo confiar en él para esto...?»