24/04/2019, 14:26
(Última modificación: 24/04/2019, 14:26 por Uchiha Akame.)
—¡Estoy seguro de q... q... que es la única forma! —le gritó el Uchiha, fuera de sí. Parecía que un espíritu malvado se estuviese apoderando de su cuerpo, y aunque no era el caso, al menos contaba con la ventaja de ser consciente de ello—. Si sigo... Sigo así, esta noche voy a acab... bar matando a alguien por un p... p... poco de magia azul.
Se acercó al árbol y se recostó, sentado, contra su tronco. Alzó ambos brazos, ofreciendo de nuevo las esposas y el hilo al Tiburón mientras no dejaba de mirarle con ojos implorantes. La urgencia de Akame tenía un por qué; él había sufrido muchas veces el mono de omoide y conocía lo delirante que podía ser. En sus meses de indigencia el renegado había visto a todo tipo de personas hacer auténticas locuras por conseguirse una dosis más; desde acaudalados nobles hasta los yonquis más harapientos. La adicción a aquella pasta no entendía de orígenes, ni de fortaleza, ni de sexo, ni de raza. Sólo de una cosa; el ansia por regresar allá donde una vez se fue feliz. Y contra ese deseo, era demasiado difícil luchar.
Sin embargo, el Uchiha también había oído de gente que a base de huevos y abstinencia había conseguido salir. De días y noches sin tomar, pasando por delirios febriles de todo tipo, hasta finalmente rehabituar su cuerpo a prescindir del omoide. Y ese era, precisamente, su objetivo; la única pega estaba en que a un ex jōnin de Uzu era mucho más difícil restringirle el acceso a algo si realmente lo quería.
—V... V... ¡Venga, joder!
Se acercó al árbol y se recostó, sentado, contra su tronco. Alzó ambos brazos, ofreciendo de nuevo las esposas y el hilo al Tiburón mientras no dejaba de mirarle con ojos implorantes. La urgencia de Akame tenía un por qué; él había sufrido muchas veces el mono de omoide y conocía lo delirante que podía ser. En sus meses de indigencia el renegado había visto a todo tipo de personas hacer auténticas locuras por conseguirse una dosis más; desde acaudalados nobles hasta los yonquis más harapientos. La adicción a aquella pasta no entendía de orígenes, ni de fortaleza, ni de sexo, ni de raza. Sólo de una cosa; el ansia por regresar allá donde una vez se fue feliz. Y contra ese deseo, era demasiado difícil luchar.
Sin embargo, el Uchiha también había oído de gente que a base de huevos y abstinencia había conseguido salir. De días y noches sin tomar, pasando por delirios febriles de todo tipo, hasta finalmente rehabituar su cuerpo a prescindir del omoide. Y ese era, precisamente, su objetivo; la única pega estaba en que a un ex jōnin de Uzu era mucho más difícil restringirle el acceso a algo si realmente lo quería.
—V... V... ¡Venga, joder!