27/04/2019, 03:56
Razaro suspiró de alivio ante la negativa de Kincho. Algo dentro de él le decía que estaba mintiendo. La otra, se agarraba al único clavo ardiendo al que podía sujetarse.
¿El único?
Había otro, ahora que lo pensaba. La razón por la que sus propios compañeros se habían abalanzado contra él cuando creyeron que había largado. Y ahora que lo pensaba, si aquello se llevaba a cabo…
—Tenemos que darnos prisa. ¿Me oís? ¿De verdad crees que el ataque fue casual? —preguntó a Kincho, mientras se levantaba rápidamente—. ¿De verdad crees que se comieron una corrección por descargarse contigo?
Tokore le miró, tensa. Era cierto. Los ataques de presos no se daban muy a menudo. Sabían el castigo que acarreaba.
—¿De qué coño estás hablan…?
Las bocinas de las celdas masculinas volvieron a sonar. Se oyeron chillidos. Rugidos.
Las bocinas pararon de golpe.
Los rugidos siguieron. Golpes. Más rugidos. Y, entonces...
... la puerta se abrió con tanta fuerza que rebotó contra el lado contrario.
—¡Ahora! ¡Ahora! ¡AHORA! —Sí, era el mismo jodido hombre que había placado a Kaido. En un brazo terminaba de colocarse una ballesta de muñeca ensangrentada. En la otra mano, sujetaba unas llaves. Esas llaves no eran suyas.
Eran de Kaido.
Una estampida de presos salió tras él, entre gritos y rugidos, directos hacia Kaido y el resto. Quince metros les separaban. Otros quince le faltaban a Kaido para llegar a la gruesa puerta de metal que separaba el comedor con la entrada de la prisión.
—¡Ya sabéis lo que hacer, panda de hijos de puta! ¡A por las mujeres! ¡A por las mujeres! ¡A POR LAS MUJERES!
Un grupito menor salió corriendo en dirección contraria a la estampida: hacia la puerta que daba a las celdas de las mujeres.
¿El único?
Había otro, ahora que lo pensaba. La razón por la que sus propios compañeros se habían abalanzado contra él cuando creyeron que había largado. Y ahora que lo pensaba, si aquello se llevaba a cabo…
—Tenemos que darnos prisa. ¿Me oís? ¿De verdad crees que el ataque fue casual? —preguntó a Kincho, mientras se levantaba rápidamente—. ¿De verdad crees que se comieron una corrección por descargarse contigo?
Tokore le miró, tensa. Era cierto. Los ataques de presos no se daban muy a menudo. Sabían el castigo que acarreaba.
—¿De qué coño estás hablan…?
Las bocinas de las celdas masculinas volvieron a sonar. Se oyeron chillidos. Rugidos.
Las bocinas pararon de golpe.
Los rugidos siguieron. Golpes. Más rugidos. Y, entonces...
... la puerta se abrió con tanta fuerza que rebotó contra el lado contrario.
—¡Ahora! ¡Ahora! ¡AHORA! —Sí, era el mismo jodido hombre que había placado a Kaido. En un brazo terminaba de colocarse una ballesta de muñeca ensangrentada. En la otra mano, sujetaba unas llaves. Esas llaves no eran suyas.
Eran de Kaido.
Una estampida de presos salió tras él, entre gritos y rugidos, directos hacia Kaido y el resto. Quince metros les separaban. Otros quince le faltaban a Kaido para llegar a la gruesa puerta de metal que separaba el comedor con la entrada de la prisión.
—¡Ya sabéis lo que hacer, panda de hijos de puta! ¡A por las mujeres! ¡A por las mujeres! ¡A POR LAS MUJERES!
Un grupito menor salió corriendo en dirección contraria a la estampida: hacia la puerta que daba a las celdas de las mujeres.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado